Edy Tirado
El fujimorismo llegó al Perú en los 90’ con una agenda bajo la manga denominado modelo extractivista primario exportador, que es el sello del neoliberalismo, su principal receta es reducir el Estado a una mínima capacidad de regulación del capital extractivista. Consecuentemente no había que preocuparse por la descentralización, todo estaba en manos del famoso “Ministerio de la Presidencia”, ni lejanamente se pensó en un Ministerio del Ambiente, tampoco de Cultura, la creación de estos corresponden a épocas de gobiernos post fujimorismo.
Con Toledo se convierten los departamentos en regiones, así de los CTAR del fujimorismo pasamos a los denominados Gobiernos Regionales, que con todas sus limitaciones constituye un avance importante en materia de descentralización. Luego se creó el Ministerio del Ambiente y posteriormente el Ministerio de Cultura, lo que constituyó un avance importante para poner reglas y condiciones a la explotación sostenible de nuestros recursos, pues nadie podía explotar por ejemplo en materia de minería sin la opinión favorable del MINAM, y sin la Consulta Previa que contempla la Ley, así como necesitaba que el MINCUL emita opinión sobre la no existencia de restos arqueológicos.
Este avance en materia social y ecológica ha sido destejida, desmontada, hoy la autorización para explotación de nuestros recursos naturales sólo basta la opinión de la Presidencia del Consejo de Ministros, cuyos funcionarios siempre son afines, muy afines al gobierno de turno, se entiende que siempre darán luz verde, pues no gozan de mayor autonomía, aunque en el papel traten de afirmar lo contrario, hay que ser claros, la PCM es un órgano sumamente subordinado al Ejecutivo, en realidad es una extensión del Ejecutivo, esperar rigurosidad en la exigencia de requisitos a los inversionistas es como creer que las lágrimas de la joven Flor Polo son reales.
Así como los truenos empujan a las hormigas a abandonar la comodidad de sus colonias, en este caso la caída de los precios de los minerales, les ha obligado a los “inversionistas” a hacer cuestión de estado contra lo poco que se había avanzado en descentralización en Medio Ambiente y Cultura; la ofensiva neoliberal apunta a reducirlos, y si fuera posible a desaparecerlos, hoy que la crisis les sopla la nuca, les estorba; cuando gozaban de buenas ganancias todavía lo toleraban, aunque enseñando los caninos, hoy no, la condición es clara, si quieres que invirtamos, quítale poder a las regiones, ponle bozal al MINAM y manea al MINCUL.
Para entender en parte el caso Gregorio Santos hay que hacerlo mirando la voracidad de las trasnacionales, tenerlo encerrado es como sacarse una piedra del zapato, su encierro forma parte de una ofensiva cubierta por el manto de la “moralización” contra las autoridades regionales, que en realidad, apunta a liquidar la autonomía de gestión de las autoridades sub nacionales, no sólo a las presentes, la escopeta también apunta y sobre todo a los que resulten electos este 5 de octubre.
Las cosas están claras, el gobierno ha cedido ante los grandes inversionistas en minería y en hidrocarburos, ellos quieren que las decisiones sean tomadas entre los grandes inversionistas y el Ministerio de Energía y Minas solamente; al diablo con consultar al MINAM y MINCUL, estos son considerados defensores del ambiente y de los pueblos indígenas, por tanto son demonios frente al nuevo dios capitalista, por eso buscan sacarlos de su camino para transitar orondos, como los nuevos Pizarros en tierras sometidas.