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jueves, marzo 28, 2024

Al maestro con cariño

Por Pedro Emilio Torrejón

 Torres, amigo de juventud y de aulas universitarias, juez civil desde el 2002, me contactó por correo electrónico, diciéndome que con unos colegas suyos tienen una revista digital y que el próximo número sería dedicado al Doctor José Antonio Santos Chichizola. He aquí algunos recuerdos que guardo de tan ilustre personaje.

Antes, déjemne decirles que en 1944 obtuve un diploma DESS Droit de l’exportation y en 1995 un diploma DEA Droit de l’économie internationale et du développement, en la Facultad de Derecho de la Universidad René Descartes (París-V). Y desde 1995 me alejé del mundo jurídico. Me acuerdo que el último diploma lo recibí unos días después que Jacques Chirac tomó el poder, después de catorce años de presidencia de François Miterrand.

Así que no abordaré ningún sujeto jurídico. Me cantonaré a compartir mon souvenir que viví con el Doctor José Antonio Santos Chichizola.

Nací en Tarapoto, departamento de San Martín. Mi padre era periodista y a su muerte, era el Decano del Colegio de dicho gremio. Era profesor de Geografía e Histoira, e Inspector de educación. No teníamos televisión en la casa paternal, pero escuchábamos la radio y leíamos todos los periódicos que venían de la capital peruana. Así que, mis recuerdos más lejanos sobre el Doctor José Santos Chichizola, datan de la década de los años setenta. Como todos recordarán, el Doctor José Antonio Santos Chichizola fue juez en el caso Luis Banchero Rossi.

Empezé mis estudios de Economía en la Universidad de Lima, no los terminé, y me trasladé a la Facultad de Derecho, en la misma Alma Mater: estaba como Decano el Dr. Carlos Torres y Torres Lara, como Director del Departamento de Ciencias Jurídicas el Dr. Oswaldo Hundskopf Exebio; los estudiantes teníamos como profesores al Dr. Domingo García Belaúnde, Dr. Carlos Fernández Sessarego; Dr. Carlos Ferrero Costa; Dr. Víctor García Toma; Dr. Alvaro Llona Bernal; Dr. José F. Palomino Manchego; Dr. Luis Ramírez Aguirre; Dr. Luis Rubio del Castillo; Dra. Tula Sánchez Domínguez; Dr. José Antonio Santos Chichizola y otros más.

Yo no tenía la pasta para ser un penalista; pero el Doctor José Santos Chichizola explicaba muy bien el curso de Derecho Penal, que uno estaba submergido por su cátedra y no veía el tiempo pasar. Me acuerdo que las ideas, las obras de Luis Jiménez de Asúa (Tratado de Derecho Penal, El estado de necesidad, La teoría jurídica del delito) tomaban carne y vida…en todo caso, eso pasaba conmigo. Y ni hablar, la materia de Derecho de Procesal Penal, era algo en movimiento, jamás aburrido…a pesar que los cursos comenzaban muy temprano. Así que decidí encontrar al Doctor Santos Chichizola y pedirle el servicio de aceptarme como pasante (stagiaire) en su staff.

Me dijo que sí. Yo contento de hacer parte de tan prestigioso estudio jurídico y de tan ilustre personaje, que en mi niñez y adolescencia hacía parte del paisaje de grandes figuras de la Historia del Perú.

El primer día, estaba un poco tímido, pero el Doctor hizo que eso desapareciera rápidamente. Me acuerdo como si fuera ayer, al verme me dijo: «¡Hola Pedrito! Termino un asuntito y estoy contigo». Mientras esperaba que acabase lo que tenía que hacer, yo entamé conversación con los otros jóvenes. Salió de su oficina, me dijo que le siguiera, y nos fuímos al frente, donde un japonés que tenía una bar-comedor-café. Tomamos café, y yo pensé que íbamos a quedarnos cinco minutos platicando, y basta. Finalmente, nos quedamos dos horas conversando. Abordamos todos los sujetos habidos y por haber: política, religión, economía, historia, literatura, por supuesto, el mundo jurídico, y otras cosas más. Al final de nuestra conversación me preguntó: «¿Has leído José Ingenieros?». Yo le dije que no. Y añadió: «Comienza con el libro ‘El hombre mediocre’». Ese mismo día corrí a la librería de don Juan Mejía Baca, que no estaba muy lejos del Palacio de Justicia y del estudio, en el cercado de Lima, y compré la dicha obra. En 2010 estuve en Sicilia, visité varios lugares, Palermo entre ellos, y me acordé del Doctor José Antonio Santos Chichizola y de José Ingenieros, que nació en esa ciudad de la isla siciliana.

De lunes a viernes, por las tardes, acudía al estudio. Habían otros practicantes de otras universidades, donde el Doctor dictaba también cursos. De la Universidad de Lima éramos, en mi época, César Nakasaki y yo. (Continuará)

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