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viernes, abril 19, 2024

Despido de un padre de familia

Derrámico Ayaypampa y toda su familia, viviendo a una grande distancia de la Ciudad de Lima, desde ya no sabían de los entuertos y malos caminos de sus dos hijos. No llegaron ni a un año de estudios académicos, a parte del poco rendimiento que tenían, ya estaban comprometidos en situaciones delictivas.

El Coronel Valderrama toma acciones inmediatas. Hace una inspección a todo el cuadro jerárquico de la institución. “Debo hilar muy fino en este asunto –manifiesta-, aquí no hay un solo pez gordo; ya me imagino que son varios los peces que tienen que caer”.

Habla con todos uno por uno. El auxiliar mayor en una de las interrogantes entra en apuros y contradicciones.

-Yo mi mi Coronel ten…go tengo mi conciencia limpia, -le responde con cierto tartamudeo.

-Señor Camilo y por qué me dice esto –le dice el Coronel-, además yo no le estoy culpando a usted, y sobre todo por qué tartamudea, yo le conocí a usted bastante sereno, y…veo que está temblando.

Antes que le increpe de repente el Coronel, Camilo se descarga y confiesa todo.

-Le voy a ser sincero mi Coronel –le explica-, una persona llamada Capirón Madérico, me habló a mí y a todo el personal que depende de mí del control de asistencia, indicando que lo que nos dijo ya había conversado con usted.

-¡Cómo! ¡Estás idiota o qué cosa! – Reacciona muy airado el Coronel-, y supongamos que sea cierto lo que me estas diciendo, ¿Qué cosa había conversado conmigo ese tal Capirón?.

-Nos habló de los hermanos Ayaypampa y que con usted ya fue arreglado todo para darles flexibilidad a los hermanos aludidos, porque tenían un problema familiar y que iban a regresar a su tierra por el lapso de un mes…

-¡Cómo! ¡Qué carajo me estás diciendo! –Se pone muy colorado el Coronel-, ¡Y me hablas todavía de arreglo!, ¿A qué arreglo te refieres?

-Mi coronel usted sabe de mi trayectoria muy limpia, nunca tenía problemas con ninguna situación. –son expresiones muy temerarias de Camilo.

-No me interesa de tu pasado –le refuta el Coronel-, y ahora no me interesa tu presente, peor tu futuro. Lo que me interesa es que me digas a qué arreglo te refieres.

Camilo balbucea entre sollozos:
-A mí… y a todo el personal que depende de mí nos dio mil soles y a usted dice que le dio cinco mil dólares, y que cumplamos sus órdenes, de lo contrario nos dijo que usted nos va a despedir del trabajo.

El Coronel en vez de seguir amargándose, hace algunas muecas de mal gusto. No podría creer si estaba hablando con un adulto o con un niño; si estaba hablando con un profesional o con un ignorante. Rápidamente le termina el supuesto sosiego.

-¡Ahora sí carajo! –reacciona-, no solamente tú y tu gente quedan despedidos, sino que inmediatamente daré cuenta esto a la policía.

Camilo ante esta amenaza se desploma en el suelo, pierde la conciencia, sus ojos empiezan a blanquear, da algunos balbuceos y despide cierto líquido como espuma. La secretaria del Coronel llama a emergencia del hospital, llega la ambulancia y los primeros auxilios. El cuerpo de Camilo ya no se movía.

Tormenta y Rayo estaban ya detenidos. El juez Dolores Alegría de la Fortaleza, les había dictado 20 años de carcelería por tráfico de droga. La familia Ayaypampa aún no estaba informado del destino ya totalmente perdido de los dos jóvenes. El padre de los muchachos visita la escuela como en algunas ocasiones lo hacía. Pregunta por los dos de sus hijos. Los encargados de la institución le responden que fueron capturados por la policía y que incluso ya el mismo juez Dolores Alegría de la Fortaleza, sin más cosas que investigar les había dictado sentencia con pérdida de la libertad.

-¡No puede ser! ¡No puede ser! –es la reacción del padre. Todos estos tiempos les iba girando el pago de mensualidad, el pago de pensión y estadía, y ¿que me digas esto señor brigadier? ¡No puede ser! ¡No puede ser!

-Comprendo su dolor señor Derrámico, -le consuela el brigadier-, pero esto es la realidad. Lástima y pena para usted y su familia señor lo que pasó con sus hijos. Nosotros en la escuela les preparamos no solo con las destrezas de la carrera policial, sino también los últimos egresados van saliendo con una prueba de salida, como son los test psicológicos y emocionales. Si desaprueban en estos exámenes de salida, tienen una segunda oportunidad, si se mantiene la desaprobación, por más que haya sido un exitoso estudiante a lo largo de sus años de preparación, queda automáticamente sin ninguna oportunidad de vestir el uniforme policial.

Derrámico, casi no le da importancia lo que el brigadier le iba informando. Su mente ya lo tenía planeado para otros escenarios y para otras acciones. Sin escucharle más al brigadier, se despide sollozando y muy dolido:

-¡Maldición! ¡Maldición! –Reacciona-, todas mis esperanzas se fueron ya al carajo. Mis dos hijas también me salieron mal. Pobrecitas ellas cuando eran niñas (Hortensia y Miranda), me decían que ambas van a ser doctoras… ellas también en qué cayeron, si bien es cierto no perdieron la libertad, pero perdieron hace ya buen tiempo la dignidad de mujeres, vendiéndose como si fueran objetos al por mayor y menor.

¡Noooo! ¡Noooo! ¡No aguanto más mi triste realidad! –Son sus últimas palabras.

Derrámico estando de regreso a su casa. Llega sin decir nada a nadie. Entra raudamente a su cuarto. Su mujer pensaba que estaba cansado y que ya le iba a contar más adelante el éxito de los muchachos como futuros policías, como siempre platicaban tener en la familia a dos hijas doctoras y dos policías guardianes de la sociedad. Nada de esto se cumplió.

Ya era un nuevo día. Derrámico no salía de su cuarto. La noche anterior durmió en un cuarto aparte.

La mujer se aproxima a abrir la puerta y mira un espectáculo tenebroso: Derrámico estaba colgado de una de las maderas de su rústica casa con el siguiente mensaje: “me despido de esta manera, porque todo lo que se hace en este mundo, se paga”.

 

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