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jueves, marzo 28, 2024

El último sobre de PPK

Felipe Cantuarias, el dilecto alfil de la Sociedad Peruana de Hidrocarburos (donde funge de presidente) está que echa chispas ante lo que podría ser un desborde. Ante un huayco inopinado que podría traerse abajo una red de ambiciones y negocios que, como el pan que no es de mayo, se quemaría en la puerta del horno.

El cancerbero de los petroleros nativos no ha dejado pasar ninguna plataforma para defender y hasta exigir que todos los peruanos celebremos el otorgamiento de 5 lotes petroleros en el mar de Grau a los irlandeses de Tullow Oil Explore.

“Hay que celebrar que las empresas extranjeras inviertan en el país porque tienen buen prestigio internacional y cumplen exigentes estándares de seguridad, salud y políticas ambientales”, ha dicho Cantuarias presa de un alzheimer selectivo bárbaro, tan fiero como sus omisiones a los derrames en los bosques y la muerte de cochas y ríos amazónicos.

“Se trata de contratos que no comprometen inversión del Estado; es decir, son a cuenta y riesgo de la empresa que explora para confirmar si existen recursos. Pero, además, se cumple una rigurosa legislación ambiental, quizá la más estricta y restrictiva del continente”, ha espetado sin que la sangre amenace con teñir su rostro de capataz y le confiera un poco de vergüenza ante tanta vaina surrealista, ante tanto discurso cínico y entreguista.

Y aunque no le podemos pedir peras al olmo, lo citamos porque sus argumentos para avalar este otorgamiento oscuro y paria, sirven para desnudar el sentir del empresariado sin corazón, del afortunado socio del Club Nacional que veranea en Punta Cana y ve a la selva peruana como un territorio indigno, lleno de indígenas prescindibles y donde se pude hacer lo que venga en gana porque billetera mata lo que fuera.

“No comprometen inversión del Estado”, afirma orondo, pensando obviamente que inversión significa dinero del erario público. Y claro, si uno piensa como filisteo, entonces no hay inversión peruana. Pero si uno abre los ojos y mira para atrás, verá las enormes pérdidas en desastres ecológicos que han dejado estas exploraciones que todo lo contaminan, que todo lo matan.

Pero ¿De qué hablamos? Pues la mayoría de peruanos que andaban narcotizados por el triunfo contra Islandia y la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski (PPK), nunca se enteró del último as bajo la manga del mandatario genuflexo: el mismo día que envió su carta de renuncia al Congreso, aprobó los contratos para que la empresa irlandesa explore y explote cinco lotes petroleros en el mar peruano.

Así como se lee. Antes de irse, minutos antes de sacarse la banda presidencial, PPK otorgó a dedo los lotes Z-64, Z-65, Z-66, Z-67 y Z–68 con más de 2 millones de hectáreas entre las regiones de Áncash, Tumbes y Piura. Y, claro, la adjudicación no tuvo concurso público ni contralores metiendo sus narices. Sólo una cháchara contante y sonante entre Perúpetro y la compañía europea.

Si alguien tenía alguna pizca de duda sobre la integridad moral de PPK, pues esta acción terminó por desmoronar coartadas y lo presenta en toda su humanidad rastrera y felona. Hizo una pausa a la derrota moral, a la melancolía del poder, a la salida con roche, para cerrar un negocio de última hora como buen lobo de Wall Street.

No solo fue a dedo, sino que el otorgamiento fue un salvavidas amoral para sus amigos empresarios. El parlamento venía cocinando modificaciones a la Ley Orgánica de Hidrocarburos y los cambios serían como minas antipersonales que pondrían en jaque operaciones unilaterales y jugosas como esta.

Pero la gran preocupación es la afectación que esas operaciones generarán en una zona rica en biodiversidad marina. Un corredor natural que va de Ancash a Piura y que no sólo asegura la vida de cientos de especies, sino que también nos sirve como despensa alimentaria.

Ha regalado el mar de Grau con poco tino y mucha angurria. Ha clavado pozos en el corazón de la industria pesquera sin escuchar a su gente. Fue la estocada que necesitaba el recuerdo nacional para anclarlo en la memoria que da arcadas. Ahora está junto a inefables como Leguía, Piérola, Fujimori, García, Humala y cholos sanos y sagrados. Que Dios lo perdone. A él y a Cantuarias.

 

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