Cuando se pelean las comadres, salen a relucir las verdades, y ha sido precisamente la pelea pública de los Fujimori, que llevando sus líos de lo privado a las anchuras de lo público que ha permitido que muchos escépticos y hasta simpatizantes de buena fe terminen convenciéndose que el fujimorismo no aprendió la lección, no todavía están rehabilitados en cánones democráticos como para merecer volver a palacio.
Que la última encuesta GFK publicada por la república registre que los hermanos Fujimori ocupen el 19 y 15% respectivamente, es un indicador de un desplome, qué duda cabe, vinculado a los problemas familiares y políticos que los peruanos hemos sido testigos a lo largo de las semanas precedentes.
Las leyes que rigen las ciencias físicas también aplican para las ciencias sociales, eso de que el espacio que desocupa un cuerpo lo ocupo otro, es de irrefutable certeza, en este caso el lugar que abandonan los Fujimori lo están ocupando rostros nuevos, como el de Guzmán y Verónika, que junto a Barrenechea están prácticamente en empate técnico.
Los líderes de izquierda, aparte de Verónika (20%), empiezan a registrar cierto repunte, como el caso del cajamarquino Gregorio Santos Guerrero que ha subido a 12% respecto al 9% que registró en marzo; por su parte el también cajamarquino Marco Arana Zegarra llegó al 10%, respecto a los 8% que obtuvo en marzo.
La caída libre no sólo es patrimonio de la familia Fujimori, similar tragedia acompaña al líder aprista Alan García Pérez que sigue de capa caída, con un 7% que marca una clara tendencia negativa, pues en el mes de marzo obtuvo 8% en marzo y en el mes de febrero 9%. Seguro que ser furgón de cola del fujimorismo en el parlamento también les está pasando factura.
Como vemos el fujimorismo esta cuesta abajo, así que cualquier posibilidad de repetir el plato en San Martín, también es remota, mal cálculo de Oscar Cabrera que sube a un coche cuando los neumáticos están pinchados por sus propias contradicciones.