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sábado, abril 20, 2024

“El Perú primero” o la pasión de César Villanueva

En el artículo del primer ministro César Villanueva Arévalo, publicado el sábado pasado en La República, se señalan los derroteros por los que se encaminará la gestión de Martín Vizcarra. Indudablemente, los peruanos de buena intención estamos de acuerdo con esas cinco intenciones, que han sido claramente expuestas y, viniendo del premier, debemos creerlo, al margen de las posturas políticas, aunque esto, en un país tan contradictorio como el nuestro, en donde los odios priman ante el buen criterio, la desconfianza podría prevalecer.

Para corroborar lo que acabo de expresar al final del párrafo precedente podemos presentar como testimonio las redes sociales pues la llegada de César Villanueva al premierato, hizo que se desbordaran las pasiones con lo que se cumpliría ese dicho que ‘nadie es profeta en su misma tierra”, aunque nadie en su sano juicio podría lanzar expresiones y juicios deleznables sobre la exitosa gestión de César Villanueva cuando fue presidente del Gobierno Regional de San Martín, tanto que Víctor Manuel Noriega Reátegui, el gobernador actual, diría en un gesto de honestidad que le honra, que ‘Nueva Amazonía le había dejado una valla muy alta´ y a menos de siete meses de culminar su gestión, la valla sigue siendo muy alta, demasiada alta, aunque no perdemos las esperanzas, pues sigo teniendo confianza en Noriega.

Escribe el primer ministro César Villanueva que “el principal reto político que tenemos todos es recuperar la confianza que los peruanos deberían tener en sus instituciones y autoridades”, señalando otros objetivos como la reforma política y electoral, mejorar la calidad de vida de los peruanos, fortalecer el proceso de descentralización, impulsar la economía, el desarrollo social, la reforma del sistema de salud, la protección de los niños y la mujer y, finalmente, la inseguridad ciudadana.

Dentro de mi modesta y democrática opinión, el primer ministro no ha caído en el juego falso de cifrar los objetivos del gobierno en “luchar” contra la corrupción, gesta que ha terminado convirtiéndose en un cuento chino, como lo he venido diciendo en mis columnas con los que colaboro con este diario. Porque la corrupción es consecuencia de todos los desmanejos en los ejes institucionales; por ejemplo, del mismo Congreso. Pues, ¿qué reforma política y electoral podemos esperar de una cofradía en donde se encuentran Becerril, Galarreta, Mulder, Velásquez Quesquén, Vitocho Belaunde, Arana, Acuña, Alcorta y otros? Ellos tienen que estar fuera.

No dudo de la pasión de César Villanueva por la gente. Sin embargo, el camino para alcanzar esos objetivos requerirá de auténticas políticas y no de ´lineamientos´ de política, como dicen algunos planes estratégicos. El camino es duro y escabroso con muchas quirumas. Y aquí cito a George Clemenceau: “La guerra es un asunto demasiado importante como para confiárselo a los militares”. Obvio: la reforma política y electoral no debe hacerla el Congreso. Si comenzamos con esto, podemos creer que el Perú es lo primero para nosotros. Por aquí está la clave para encontrar las soluciones. (Continuará).

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