La voz del editor

La mayor parte de Venezuela llora la muerte de un líder que, después de mucho tiempo en Latinoamérica, se atrevió a pararse en macho a los Estados Unidos, cuya influencia en esta parte del mundo es innegable.

Si bien es cierto podemos estar en desacuerdo con muchos de los métodos para aplicar su política, ayudó a que una nueva izquierda, desligada del extremismo de las armas y con programas sociales que sí dieron resultados (a pesar de la contrariedad de muchos con lo que digo), razones que hicieron renacer la esperanza de que la Gran Patria Latinoamericana vuelva a ser una posibilidad programática. Su ejemplo, cuestionado por grupos de poder de la derecha, fue expandiéndose como pólvora por todo el continente. Ejemplo de ello son Lula Da Silva, Rafael Correa, Ollanta Humala (por lo menos en el discurso de Campaña), Cristina Fernández, entre otros.

Hoy, la muerte de este personaje se ha interpuesto en el camino que trazó. No habrá nadie que le diga en la cara sus verdades a Mr. Bush, al rey de España, al Fondo Monetario Internacional y a cuanto ladrón histórico de los recursos de esta parte del mundo se ponga al frente.

Hoy solo se queda la incertidumbre. El no saber qué viene. Qué pasará con Bolivia y Evo Morales sin su aliado. Qué pasará con el internacionalismo que instauró y que desde mañana podría resultar solo un recuerdo…