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jueves, abril 18, 2024

LITERATURA INFANTIL LA INGENIOSA CA (Xosé Neira Vilas)

Aunque en gran variedad de cuentos infantiles se da una alta dosis de fantasía, no dejan de darse también historias con contenidos centrados en temas de la realidad. Del escritor depende despertar el interés y la imaginación que impacten al niño para despertar y enriquecer su espíritu. Su mente es como el cemento fresco donde se imprimen y quedan fijados como fuertes vivencias. No otra cosa es Ladislao el flautista, El niño de junto al cielo, Los gallinazos sin plumas, Corazón de Edmundo de Amicis, solo para mencionar algunos.

Xosé Neira Vilas, escritor español natural de Galicia en su amplia Colección de relatos, introduce al lector en el mundo marginal de las tragedias aldeanas, sequias, cosechas perdidas en un escenario campesino con cuentos de estructura sencilla, pero plenos de emoción humana doliente.

Su realismo social crítico utiliza un lenguaje directo que busca la rápida comunicación con el lector como en el relato infantil que presentamos.

Es sus memorias de un niño campesino – novela autobiográfica profundiza en la realidad de la tierra y en el subdesarrollo de un grupo de campesinos.

En sus Historias de Emigrantes sus cuentos presentan personajes gallegos que como en “Querido Tomás”; se ve obligado a emigrar a América a causa de la nefasta Guerra Civil Española. Es esta una historia amorosa quebrada por las consecuencias de la emigración.

Alternó sus viajes con la formación autodidacta. Fue miembro de la Real Academia Gallega – Doctor Honoris Causa de las Universidades de la Coruña y la Habana.

LA INGENIOSA CA

Tiene sólo trece años. Es menuda, de piernas y brazos muy delgados. Es vivaz, curiosa. Todo lo pregunta. Conoce la lucha que afronta su país, y comprende que los niños no deben ser ajenos a ella. Así es Ca, la pequeña niña vietnamita.

Sus padres son campesinos. Trabajan una pequeña parcela. Viven pobremente y ella quiere ayudarlos. Por eso tuvo la idea de criar algunas gallinas. Está contenta de su labor, se le nota en los ojos, alegres por encima de la tristeza y la miseria que reflejan.

Y en ágil madrugar, cuando el gallo toca su clarín anunciando la llegada de un nuevo día, Ca se asoma al gallinero –un sencillo cobertizo que le hizo su padre con maderas viejas- y sonríe mirando y llamando por su nombre a cada gallina. Luego, el desayuno para los pollitos, una mezcla de maíz y arroz, y la ración de larvas, recogidas en los alrededores.

Dos soldados acaban de llegar. Están frente a la niña. Ca los mira con recelo, porque lo sabe todo, mucho más de los ellos suponen. Sabe que representan a un gobierno traidor, vendido al extranjero; un gobierno que sólo retiene un pequeño pedazo de patria. Todo se sabe en los valles y en la montañas, y en las aldeas más remotas. Casi desde la cuna, los niños participan en la lucha.

Ca se encuentra sola. Sus padres han salido para el trabajo; pero no se asusta. La serenidad también se aprende. –Necesitamos una gallina ahora mismo –dice, en forma insolente, uno de los soldados.

La pequeña Ca no responde. Ni se mueve. Observa aquellos uniformes. Y las armas. Y los gestos. “Parece mentira que sean vietnamitas como yo”, piensa.

-Vamos decídete. De lo contrario, la cogeremos nosotros mismos!
Algo preocupa a la niña, más que sus queridas gallinas. Algo planea de pronto.
-Bien – dice Ca-, pueden cogerla; pero les pido que no entren en el gallinero. Mis gallinas son muy ariscas, y atrapar una de ellas con las manos es muy difícil.
-¿Y cómo, entonces? – preguntó uno de los soldados.
-Con dos tiros –respondió la niña.

Pronto sonaron los disparos; no dos, sino cuatro. La gallina quedó tendida en el suelo. Uno de los hombres la recogió, y se fueron sin decir palabra.

La niña se quedó mirándolos. Subió al pequeño muro que rodea la casa, para estar segura de que se alejaban. Los observó hasta que se perdieron en el horizonte. Ca sonrió entonces; no le importaba la gallina. Aquellos disparos habían servido de alarma para un militante del Frente Nacional de Liberación que se alojaba en una casa vecina desde el día anterior; podría así escabullirse y burlar a los soldados enemigos que seguramente lo andaban buscando.

 

 

 

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