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viernes, abril 19, 2024

Aquí me quedo (de vuelta al barrio)

Luis Alberto Vásquez Vásquez: “El libro quiere atrapar tu memoria para volver a recordar y vivir aquellos años maravillosos en la vieja ciudad de Moyobamba”.
“Ya tenemos un punto de venta en el barrio: Chacra Vieja, de lejos la mejor licorería de nuestra ciudad, ubicada en el Jr. Reyes Guerra Nro. 870. Te tomas un buen uvachado y te llevas tu libro. Aquí otra historia de aquellos tiempos que no volverán.
P.D. Un porcentaje de la venta de los libros, será destinado para ayudar a mi amigo Delfín, que está en la foto de portada”.

El circo Ramírez Boys
Fue la más grande alegría de los muchachos setenteros. Cuando el circo se instalaba con su carpa de colores en el centro de la ciudad, teníamos que guardar las propinas para ver a la contorsionista más linda del mundo balancearse en el aire con sus zapatitos de ballet. Se llamaba Roxana, era pequeñita y tenía unos ojazos verdes que podíamos ver de cerca en el entretiempo, cuando salía a vender turrones y caramelos. Después solo se la podía ver en los aires, ya que nunca paseaba por la ciudad.

Sin duda, el mayor atractivo lo anunciaba el señor Ramírez Cavallini, un gordo sin cabello, cuando presentaba a los payasos Cebollita y Marraqueta. Eran expertos contadores de historias distorsionadas. Teníamos la fuerte sospecha de que eran íntimos amigos de Evita y Teresita, quienes les contaban los chismes del pueblo para que los utilizaran en las funciones del circo. Ni siquiera el alcalde ni los asiduos visitantes del Club Tenis se libraban de sus bromas.

En el mes de temporada del circo, íbamos con nuestros padres a las butacas para ver la función de cerquita, y con los amigos nos sentábamos atrás en los tablones, desde donde se podía silbar a la contorsionista y gritar a los payasos. Esperábamos el gancho, el dos por uno, para poder ingresar de nuevo y disfrutar de los animales amaestrados, de los perros, monos y tigres enjaulados.

La carpa del circo nos hizo descubrir que la alegría también tiene muchos colores. Que detrás de la nariz roja de Marraqueta, había un futbolista extraordinario; Rogelio, “el payaso” Valderrama, que llenaba de magia una cancha de fútbol con su talento, como en el circo de nuestros sueños. El circo Ramírez Boys podría haber tenido mil contorsionistas, pero ninguna con la mirada de Roxana mientras se doblaba en los aires.

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