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martes, abril 16, 2024

Científicos intentan proteger los últimos bosques del Alto Mayo 

Un equipo de científicos liderados por la organización Conservación Internacional realizaron un inventario rápido de las especies de animales y plantas que existe en ocho zonas del Alto Mayo. 

El objetivo es identificar las áreas que todavía mantienen un alto nivel de biodiversidad para poder protegerlas del avance de la frontera agrícola, la principal razón de la deforestación en esta parte de la Amazonía. 

En el departamento de San Martín, un equipo de científicos realizó por primera vez un estudio para determinar cuál es la biodiversidad que existe en el paisaje del Alto Mayo, una zona ubicada en la cuenca alta del río Mayo que se encuentra particularmente intervenida por la expansión de los cultivos agrícolas. 

El objetivo es determinar en qué estado de salud se encuentran los ecosistemas y poder así tomar decisiones que permitan proteger los parches de bosques que aún existen para conectarlos mediante corredores biológicos con el área protegida Bosque de Protección Alto Mayo y eventualmente con el área de conservación regional Cordillera Escalera. 

Obtener información como esa puede tardar años, un tiempo con el que esta parte de la Amazonía no cuenta ya que la tendencia es que los cultivos de café, principalmente, sigan avanzando y reemplazando el bosque, explica el grupo de expertos liderado por la organización Conservación Internacional. Para obtener los datos de manera rápida y poder actuar con la urgencia que se necesita, se implementó una técnica conocida como RAP (Inventario Biológico Rápido) que permitió inventariar en poco más de un mes cuáles son los animales y plantas que existen en el área. 

Foto: Mongabay Periodismo Ambiental

Un inventario rápido para actuar con urgencia 

El cráneo de un jaguar juvenil reposa sobre las tablas de un cobertizo en la casa de una familia campesina, en la comunidad El Dorado. Al animal lo cazaron hace unos dos meses. Probablemente llegó curioseando, como suelen hacer los más jóvenes, desde un área lejana y poco intervenida, explica Ronald Díaz, uno de los biólogos que componen el equipo de investigación dedicado a inventariar los mamíferos en el RAP. 

Quizás provenía de alguna zona más cercana al Bosque de Protección Alto Mayo, una de las zonas prioritarias para la conservación a nivel nacional puesto que en él habitan especies amenazados de extinción como el oso de anteojos (Tremarctos ornatus), el puma (Puma concolor), el jaguar (Panthera onca), o el armadillo gigante (Priodontes maximus), entre otros. También porque en él existen especies que no son posibles de encontrar en ningún otro lugar del mundo. Es el caso de 17 especies de aves que hansido registradas hasta ahora o el mono choro cola amarilla (Oreonax flavicauda), el más grande del Perú. 

Aunque se sabe la importancia de esta área protegida por la rica biodiversidad que resguarda, “la limitante es que no se tiene mucha información de lo que pasa en los alrededores de esa región”, dice Díaz y el riesgo es que se pueda estar perdiendo una biodiversidad que quizás no está totalmente representada en el área de protección, explica el experto. Ese es justamente el vacío de información que el RAP busca llenar. 

Además, la información permitirá proteger los corredores biológicos que todavía existen:  lugares por donde los animales transitan para relacionarse con otras poblaciones de su misma especie y así mantener un flujo genético que les permita mantenerse sanos. 

Hacerlo es urgente puesto que “la tendencia es que los cultivos vayan llegando cada vez más cerca del área protegida y de su zona de amortiguamiento”, asegura Díaz. “Los animales, al no tener corredores hacia dónde salir, es muy probable que con el tiempo salgan hacia los cultivos o hacia las zonas que ya están intervenidas y los cazen”, explica, tal como fue el destino del jaguar que se aventuró en los cafetales de El Dorado. 

Para realizar el RAP, el equipo de científicos seleccionó ocho zonas del Alto Mayo que se eligieron en función a los distintos ecosistemas que allí existen, entre diferentes tipos de bosque y también zonas intervenidas, principalmente por el cultivo de arroz, café y cacao. En cada uno de ellos, nueve especialistas en mamíferos, aves, peces, invertebrados, anfibios, reptiles y plantas inventariaron con la ayuda de guías y asistentes awajún, uno de los pueblos indígenas de esta zona de la Amazonía, las especies que allí habitan. 

La participación de las comunidades indígenas en el desarrollo del RAP fue clave, asegura Willy Palomino, Coordinador de Biodiversidad y Restauración de Conservación Internacional. “Ellos nos han acompañado a todas estas zonas donde hemos trabajado”, dice el experto. “Es más, los asistentes de los especialistas han sido awajúnes y eso ha generado un impacto positivo en ellos”, agrega. “Ellos no conocían, por ejemplo, de metodologías. No conocían como era el trabajo de un biólogo, cuán importante es registrar las especies, salir muy temprano al campo, regresar tarde y todo con el objetivo de poder registrar la mayor cantidad de especies”, precisa Palomino. Fuente: Mongabay Periodismo Ambiental

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