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jueves, abril 18, 2024

Historias de Tarapoto, 14

Fue en 1963 que, encontrándonos cursando el segundo año de secundaria en el glorioso ex Instituto Nacional Agropecuario Nº 10, de Tarapoto, realizamos nuestra primera excursión hacia el distrito de Sauce. Como buenos “agroshos”, inclinados a la aventura, nos trasladamos a Shapaja en el ómnibus de don Joaquín Da Silva, uno de los primeros ruteros que hacía el servicio en competencia con don Nicolás Sandoval Delgado y Alejandro Vásquez Gómez. Esta ruta fue abierta y puesta en servicio en 1954, casi simultáneamente con la de Lamas. La ruta a Cuñumbuqui sería posterior. Y eran las únicas carreteras que había en la época… Pero esta es una larga historia.

Cruzamos el río Huallaga en Shapaja y después de pasar por el Cerro San Pablo, un caserío pequeño en esa época, nos perdimos en la ruta. Nuestra llegada a Sauce, que estaba programada para el medio día, se produjo recién casi al anochecer. Y lo peor, el telegrama enviado al director de la escuela, el maestro Reynaldo Linares Bensimón –nuestro anfitrión– nunca llegó a su destino. Sin embargo, hecho de conocimiento del maestro Linares sobre el anticipo del viaje de excursiones resolvió el problema y pudimos pasar tres días de diversión y esparcimiento en este siempre bello pueblo del lago.

En abril de 1965 llega a Tarapoto, desde su bella Rioja, el maestro Amílcar Rodríguez del Águila y, de inmediato, se traslada a Sauce, por la vía de Machungo. Ahí se pone a órdenes del Director, el ya mencionado Reynaldo Linares. En setiembre de 1966, don Amílcar lleva a sauce la primera motocicleta, un vehículo marca Honda, de color rojo, de 90 cc., que lo compró donde don Salomón Yengle Rodríguez, causando sensación en el pueblo. El traslado de esta motocicleta, desde Machungo, fue llevada en una tarima de madera por sus alumnos, como parte de un ejercicio práctico. Nos cuenta don Amílcar, que su objetivo fue despertar la conciencia de las autoridades para que construyan la carretera hacia Sauce, pues ya se había iniciado la construcción de la Marginal de la Selva.

Nos cuenta don Amílcar que, cuando terminaba su jornada en la escuela, ya le estaba esperando don Juan García, de edad bastante madura, para que le haga pasear en su motocicleta, y esto lo hacía todos los días. Don Amílcar, con su proverbial paciencia, le hacía su gusto al “vejez”. Como otra anécdota graciosa, nos relata también, que el Director de la escuela, Reynaldo Linares Bensimón, no podía permitir que un maestro de aula tuviera motocicleta y él, como jefe, se desplazara “en pativilca” y, entonces, “picón” y “envidiosito” –dicho de buena forma–, también se compró su motocicleta Honda de 50 cc., y de color azul.

Don Amílcar Rodríguez también llevaría a Sauce el primer equipo tocadiscos marca Philips y un parlante que hizo la algarabía del pueblo reproduciendo los temas de Los Panchos, la Sonora Matancera y ese tema de El Pajarito, que cantaba la bella Lina Panchano con la Sonora de Lucho Macedo. Preguntado don Amílcar si a Sauce llegó solo o con su pareja, me contesto: “Mira, Willian; yo, a todo sitio siempre llevo mi buen fiambre. Te aconsejo que, como amigo que eres, nunca andes sin tu fiambre; pero que no lo coman también otros, como a veces sucede”. Palabras sabias de un Maestro. (Comunicando Bosque y Cultura – Los Wiwaneros Ancestrales)

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