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viernes, marzo 29, 2024

04 de enero inicio de movilizaciones en el país

Cuando la clase política dominante y mafiosa juega intereses oscuros, el país pierde cada vez más.  

Aparentemente pueda que el país esté en calma. Cuánto quisiéramos que esto sea cierto y que se manifieste en todas las actividades sociales, laborales, profesionales y en todo ese amplio sector de obreros y campesinos que tiene como razón de vida su lucha diaria al trabajo.  

Esto no le importa a la clase política dominante. ¿Tenemos acaso un nuevo gobierno? De acuerdo a todas las formalidades de imposición, sí. Porque se impuso desde el Congreso la caída de un gobierno elegido por el pueblo. Que haya tenido mil defectos el presidente vacado, esto no se discute; la discusión está, haberlo retirado de manera inconstitucional del cargo, para luego, según la clase dominante, cerrar un hueco y abrir otro más profundo.  

¿Qué legitimidad moral tiene la señora Baluarte para quedarse hasta abril del 2024? Pues las nuevas elecciones que está convocando es para el 30 de diciembre del 2023; ¿Qué legitimidad moral tienen los que son parte de esta nefasta legislación, que la única manera que se dejan sentir son sus apetitosas ambiciones políticas como por ejemplo haber aprobado en comisiones la bicameralidad; haber aprobado en comisiones la reelección inmediata?  

Son tan descarados para decir tan abiertamente como el bloque fujimorista, lo que les toca ahora es echar candado a algunos proyectos. Ahí están las grandes minas de oro para ser explotado a beneficio de grupo; es decir, pretenden volver a controlar todo: el Jurado Nacional de Elecciones, las fiscalías, el poder judicial, las FF.AA, militares y policiales, la prensa limeña que tanto se quejó cuando Pedro Castillo les cerró el caño.  

Saben que los demás sectores como salud y educación, es para ellos de poca relevancia y como tal pretenden ubicarlos siempre a la cola de las prioridades y de los presupuestos y que nuestra clase social y económica sean poco o nada atendidos.  

Jamás podría salir reformas de una presidenta ilegítima, sabe esta señora que todo lo que diga o hace, no es dueña de sus decisiones, porque de por medio está agradecida a un Congreso también deslegitimado y que le tienen totalmente maniatado y pretenden hacer creer al país que viene trabajando en consenso con toda la clase política, incluida las fuerzas armadas, policiales y militares, que ya le rindieron pleitesía por legítimos asuntos de interés.  

Jamás podría salir reformas de este Congreso que ya demostraron a través de sus posiciones que no es amor al chancho sino a los chicharrones por la que están en el Congreso; estos señores también están maniatados por los grandes poderes monopólicos que siempre trabajaron leyes a favor de estos grandes poderes de influencia  no solo para que dejen de pagar sus grandes deudas millonarias como tributos al Estado, sino sobre todo para que tengan la facilidad de volver a renovar contratos millonarios con el Estado.  

Este estilo de gobernar le favorece a la derecha, a la ultraderecha, al fujimorismo, que siempre hicieron votos de desesperación para que este sistema excluyente les favorezca a ellos de manera indefinida y que el pueblo se joda cada vez más y que solo es atendido momentáneamente para arrancarle los votos personales.  

A este estilo de gobernar, Pedro Castillo le dio un pequeño estornudo y que la clase política dominante saltó estupefacta y empezaron desde un inicio a ponerse en contubernio contra las acciones del ex presidente Castillo y aplaudían hasta la saciedad por cada error que iba cometiendo.  

Las decisiones de un país no están en la formas impositivas de gobernar desde el ejecutivo deslegitimado, ni mucho menos desde un Congreso también deslegitimado. En consecuencia, la decisión lo tienen las masas, es decir, en los millones de ciudadanos que pretenden tener un nuevo contrato social a través de una nueva Constitución.  

Ninguna Constitución en el Perú ha sido el camino al éxito del país, simplemente porque fue redactada por una clase social que pensaba desde lo alto y hacía las cosas desde lo alto, mirando de lejos y hasta con desdén a la clase social menos favorecida.  

Con una nueva Asamblea Constituyente esto se debe revertir y la nueva Constitución no debe ser letra muerta que menciona al ciudadano solamente por un asunto de relleno y no por un asunto de prioridad y atención.  

Con la nueva Constitución todos los ciudadanos debemos ser incluidos con legítimos y verdaderos derechos y obligaciones.  

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