Lima la Horrible, como título, tuvo diversos autores en la historia peruana. El primero que inició con esta dispar denominación fue César Moro quién en 1949 en uno de sus poemas presentó una relación de amor y odio con nuestra capital.
Luego por los años de 1964, el entrañable y fino Salazar Bondy utilizó esta frase en unos de sus ensayos, había gráficos, nubes de palabras que intentaban mostrar una crítica rígida al mito de la arcadia colonial de la ciudad de Lima.
Pero es un arequipeño de nacimiento y piurano de corazón en clara referencia a Mario Vargas Llosa, quién involucra una visión política del territorio en una obra llamada “El pez en el agua” donde cuenta la experiencia de su candidatura presidencial por el Frente Democrático que muchos lo recuerdan como el FREDEMO.
Con este preámbulo histórico de los que me han antecedido, al título del presente artículo, tengo que decir que encuentro un patrón en todo ellos, una especie de sinsabor, pudiéramos llamarle ausencia de identidad con la ciudad que es la capital de nuestro Perú.
Y es de esta manera que, abstrayendo, esta controversia capitalina – desde la literatura, la sociología y otras ciencias – presento una explicación del contexto político actual que nos está tocando vivir.
Entonces, vamos a definir que este sinsabor, manifestado en versos y prosas, ha venido alimentando y produciendo diferencias entre peruanos. Miren que la Toma de Lima estaba planificada para ser realizada el día del 488 aniversario de la Capital.
Esto nos quiere decir que el regalo para Lima era justamente una manifestación de protesta de provincias, sobre todo del sur andino, pero que no encontraba más remedio que dejar de escuchar las mañanitas por los estribillos de lucha que tienen como consigna.
Se siente y escucha en las regiones que todo puede pasar pero que los cambios políticos, sociales y económicos deben de suceder en Lima. Ya se institucionalizó caídas de regímenes en nuestra historia, la marcha de los cuatro suyos, las protestas ante la asunción de Manuel Merino por citar dos ejemplos en los últimos 20 años.
Y considero que, uniendo todas las esferas desde los aportes literarios, la sociología, las ciencias políticas nos encontramos ante un patrón de sinsabor que se ha generalizado más y es una situación que debe de cambiar.
Debemos de llegar a nuestra identidad nacional para voltear estás páginas que se repiten como bucles cada cierto tiempo. Me gusta mucho el concepto de
peruanidad para lograr involucrarnos todos a pesar de nuestras variopintas culturas, lenguas y realidades.
Estos cambios deben estar abrazados de una descentralización real y efectiva, sin ello solo estaríamos creando narrativa pero no implementando cambios en la forma de tomar las decisiones en la comunidad más alejada de nuestra Lima Capital.
Otro reto es la descentralización fiscal, los tributos, la homologación de sueldos entre las entidades del ejecutivo nacional en Lima y regiones; la superposición y duplicidad de funciones por poner el ejemplo del sector agrario.
Estas tareas y acciones van a consolidar esa Lima de Todos, aquella que abrigó y lo sigue haciendo a millones de provincianos que han venido a poblar sus cerros, las laderas y las zonas más agrestes en búsqueda de un mejor futuro.