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viernes, abril 19, 2024

Historias de Tarapoto, 19 Una historia del fútbol tarapotino

Definitivamente el futbol es el deporte más hermoso del mundo. Y para mi gusto, el fútbol chazutino, en su momento de gloria, fue el más fantástico, donde destacaron los jugadores y los animadores –ellos desde las tribunas– hicieron de las tardes domingueras las más hermosas del mundo que, ni el mismo retorno de los argonautas griegos–con el vellocino de oro- colmaría todas las emociones. Esos animadores eran: por el lado del Sport Lores, doña Elvira Reátegui Villanueva y, por el lado del Sport Progreso, don Tulio Ayachi del Águila. Ningún partido de futbol, ni el del Arsenal, de Londres, podría igualar el drama de esas horas vespertinas cuando estos equipos se enfrentaban y sus animadores arengaban a sus héroes. Pero de esto ya escribimos… y, bastante.

Todos los pueblos tienen su tradición futbolística. ¿Qué sería de nosotros sin el fútbol? Luis Alberto Vásquez Vásquez y Alberto Ramírez ya escribieron sobre el futbol moyobambino; del tarapotino vamos a ir recogiendo las historias en estas crónicas, recurriendo a las fuentes vivas y a las que podamos acceder. En esta oportunidad recurrimos a la generosidad de Palermo Delgado Fernández (+) quien, de manera generosa, me preparó un escrito sobre el Unión Católica, el equipo de sus amores, que también siempre sería mi equipo favorito. [Alguna vez, William Rojas del Águila, me hizo socio del Cali AFA…; pero lo que no nace no crece y discúlpenme los canarios]. Dicho sea de paso, ya el futbol se practicaba en Tarapoto desde la década de los veinte del siglo pasado.

El antiguo campo San Martín, ubicado en la cuadra cinco del jirón Martínez de Compagnon, –que ahora es parte del colegio Santa Rosa–, fue escenario de los encuentros futbolísticos tarapotinos por varias décadas; incluso, jugué en esa cancha que, también, era de los jugadores del Boys Tabacones, equipo cuyo promotor fue el ingeniero Manuel del Carpio Carrión, gran animador del deporte por esos años y que ya es tiempo que se rescate su memoria. En la década del sesenta del siglo pasado el estadio se construiría en el lugar donde se ubica hoy en día. En 1980 el ex senador Eduardo Yashimura Montenegro ofrecería dotarlo de iluminación. Fui testigo de ese ofrecimiento cuando cierto domingo dio el play de honor en el partido de la Unión Zona Agraria y el UTC, de Cajamarca, que vino con su famoso jugador Chamochumbi.

Fui testigo de las jornadas futbolística domingueras de esta ciudad. No las perdía ninguna. Aunque nunca destaqué en este deporte –por inútil–, sigo con pasión los encuentros de mis equipos como Universitario de Deportes, el River Plate, el Barcelona, el Arsenal londinense. Confieso que veo poco futbol brasileño, pero me hice hincha del Palmeiras, del Santos y del Flamengo, desde esas temporadas de verano de inicio de los años sesenta del siglo pasado cuando jugaban a estadios llenos. Y en las próximas entregas iremos rescatando las memorias de esos paladines del futbol chicharrrero. Y, todo, por la pasión del fútbol. (Comunicando Bosque y Cultura).

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