Por: Jaime Montoya Ugarte
El cambio climático es un problema que está posicionado en la agenda global y nacional. La situación era muy diferente hace cincuenta años, cuando el informe Los Límites del Crecimiento1 lo sacó del anonimato, iniciando un proceso que rebasó los límites del visionario cenáculo académico del Club de Roma.
Se sensibilizó primero a los organismos internacionales y, a través de ellos, a los gobiernos de los países del mundo y a importantes organizaciones de la sociedad civil. Hoy, amplios sectores ciudadanos son conscientes de la magnitud del riesgo que, como humanidad, corremos.
El 2015 el papa Francisco se pronunció sobre el tema con la encíclica ecológica de la COP28, publica la exhortación apostólica en la que insiste en los conceptos que aportase en la encíclica citada.
Al acercamiento científico al problema ambiental, el Vaticano agrega la necesaria mirada integral, holística. Afirma que todo en el planeta está integrado, que el calentamiento global debe explicarse desde sus componentes técnicos sin olvidar su relación con los aspectos éticos, que la cultura del descarte inspirada en la ideología del paradigma tecnocrático es la que lo causa y que sus efectos tienen consecuencias sociales que afectan especialmente a los más pobres.
Concluye en que la solución no puede ser solo técnica, sino que debe estar acompañada de una cultura ecológica, respetuosa del ambiente, que recoloque al hombre en su relación con la naturaleza y con los demás hombres.
La cercanía entre la fecha de publicación de la exhortación apostólica Laudate Deum y la de la próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, nos da la oportunidad de relacionar ambos eventos alrededor de tres ideas centrales: el paradigma tecnocrático, los avances de la comunidad internacional en su lucha contra el cambio climáticos y lo que debemos esperar de la próxima COP28 a realizarse en Dubai.
Lo que se espera de la COP28 en Dubai
Ante la gravedad de la situación climática, la Laudate Deum señala los riesgos de los enfoques unilaterales o parciales, expresa su esperanza que la racionalidad finalmente se imponga y se adopten las medidas necesarias y urgentes en la Conferencia de noviembre,
Cual rediviva el paradigma tecnocrático ha generado poderes que escapan al control de sus creadores: la energía derivada de los hidrocarburos ha despertado el monstruo del cambio climático, la energía atómica es capaz de destruir a la humanidad, la inteligencia artificial lleva a que sus propios creadores reclamen que se la controle mientras sea posible.
Algunas de las consecuencias ya observadas en materia ambiental, son: la elevación progresiva de la temperatura, la acidificación de los océanos, el deshielo de las nieves permanentes y del permafrost, los eventos climáticos extremos que se repiten con cada vez mayor frecuencia; más de una en forma irreversible.
El país anfitrión, tiene una interesante trayectoria en relación al ambiente. No obstante, ha desatado alguna controversia al designar como presidente de la COP al CEO de la compañía nacional de petróleo de los EAU. En paralelo, otras medidas generan expectativas, como la creación del «Pabellón de la Fe» a fin de fomentar la inclusión de los líderes religiosos en el debate sobre el cuidado del ambiente, al que se ha invitado al papa Francisco.
Los temas centrales que concitarán la atención de los delegados y la de los observadores de todo el mundo son: la adopción de un plan de acción claro que limite efectivamente la emisión de GEI, acelere la transición energética hacia un sistema sustentado en energías limpias y renovables; la creación de mecanismos que permitan monitorear los acuerdos y asegurar su cumplimiento, y la implementación del fondo de compensación por pérdidas y daños que atienda el clamor por justicia climática entre los que más contaminan y los que más sufren las consecuencias de dicha contaminación.
En palabras de la Laudate Deum, (La Exhortación Apostólica del Papa Francisco por la crisis climática) se espera que los acuerdos “tengan tres características: que sean eficientes, que sean obligatorias y que se puedan monitorear fácilmente”