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viernes, marzo 29, 2024

Edgardo Vásquez Arbildo: Modestamente Maestro

A través del cristal

Por: Willian Gallegos Arévalo

“Creo en las fuerzas inmutables de la naturaleza”, me dijo Edgardo Vásquez Arbildo el sábado pasado al verme llegar a Mágico Bosque, un bosque urbano maravilloso y ubérrimo de seis hectáreas de propiedad de su familia que milagrosamente existe en el barrio de Lluyllucucha, dentro del radio urbano de la ciudad de Moyobamba. “Precisamente estaba pensando en ti porque quería preguntarte cuánto te pagan por los artículos que escribes”, dijo. Luego agregó: “tú ya debes estar con plata”. Esa mañana le encontré a Edgardo con su chaleadora mecánica desbrozando el camino interior del predio. Parecía ser un sabio de la antigua Grecia.

Conocí a Edgardo en el año de 1993 cuando, junto a Pacífico Quiroz Jara, Pedro Guevara Fasabi y Darwin del Águila Solano, llegaron a las oficinas del Fondeagro a solicitar un crédito para organizar la Caja Rural de Moyobamba. Cuando la víspera llamaron para solicitar una reunión, entre broma y serio les dije que tendrían que estar en la oficina a las diez en punto; ni un minuto más tarde. Llegaron puntualmente. Y de ese primer contacto quedó una amistad eterna con Edgardo, Pacífico y Pedro, que el tiempo ha ido consolidando aún más, porque los valores que cultivan y practican solo se encuentra en las almas nobles: decencia, honestidad, honorabilidad, amistad desinteresada y no calculada y buena fe.

Edgardo Vásquez Arbildo es una persona singular. Rebelde por naturaleza y formación, su militancia política ha hecho de él una persona indignada contra la injusticia, las malas acciones y el aprovechamiento y oportunismo de los sinvergüenzas y bribones. Pero su rabia furibunda y apasionada es matizada con una dosis de buen humor y sana picardía que contrarresta su severa irascibilidad. Edgardo es un hombre íntegro y un moyobambino honorable. Conversar con Edgardo es despotricar juntos contra la injusticia, que termina siempre en la esperanza de días mejores para su ciudad y la humanidad.

Pero, también conversar con Edgardo es hacer una radiografía de su vida realmente interesante. Es un homenaje a la honestidad de un hombre que dispensa su tiempo para los largos diálogos que nos descubren a ese alguien que quisiera solucionar de un solo plumazo los problemas de la humanidad. Confiesa que comenzó a leer después de haberse graduado como maestro en la Escuela Normal de Varones de Moyobamba, siendo uno de sus autores José María Vargas Vila, el rebelde y panfletario colombiano. Y cuando le pregunté cómo escribe sus artículos dijo que los hace a puño y letra porque no sabe el manejo de la computadora, diciendo como explicación: “Soy un analfabeto moderno; el tren de la historia ya pasó por mí y me he quedado sin abordarlo. Además, mi tiempo y mi dinero no alcanzan para estar aprendiendo estas cosas y menos aún con esta pensión miserable de maestro”.

Resulta curioso, cuando no gracioso, la forma en que Edgardo adquirió el predio “Mágico Bosque”. Lo compró en sesenta millones de intis, durante el caótico desgobierno del aprismo, al notario Nelson Rodríguez Sifuentes. Cuando el notario le exigió la segunda parte del pago, él mismo avaló a Edgardo Vásquez Arbildo para un préstamo ante don Miguel Tomanguillo quien, generosamente, no le a cobró intereses.

Muchas cosas dejo en el tintero sobre el profesor Edgardo Vásquez Arbildo. Solo quiero destacar que el temperamento de su carácter simplón y franco quedo graficado cuando cierto día al solicitar un préstamo a la Asociación de Cesantes y Jubilados en Educación de Moyobamba (ACYJEM), para responder la última pregunta del formulario de ¿para qué necesita el préstamo?, escribió: “¡Necesito el préstamo para afrontar momentáneamente esta maldita crisis!”.

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