A través del cristal

POr: Willian Gallegos Arévalo

Pese a la modernización de nuestros centros urbanos nos estamos yendo al descalabro urbanístico, haciendo todo lo posible para deteriorar la calidad de vida de los ciudadanos. ¿Por qué? Porque a nuestras autoridades locales decididamente no les importan los espacios públicos para la gente. Nadie se ha interesado en eso que llamo “bosques urbanos” como espacios en donde podamos escapar de la vorágine del llamado desarrollo.

¿Qué son los espacios públicos? Voy a aventurar una definición que les parecerá subversiva: a los alcaldes y a los teóricos ambientales principalmente, porque romperá esquemas en cuanto a su concepción. Diré que los espacios públicos son aquellos territorios dentro de las ciudades o centros urbanos en donde los ciudadanos podemos sentirnos libres y en donde podemos disfrutar del sentimiento de pertenencia de nuestras ciudades o de nuestros pueblos… ¿Qué les pareció don Walter Grundel, Mardonio del Castillo y Salvador Campos?

En Tarapoto no contamos con bosques urbanos ni privados ni públicos. Los únicos remansos que aún quedan son el centro recreativo privado San Gabriel, de don Jorge Ramírez, y la media hectárea de bosque de la sede regional de la Dirección Regional de Agricultura. El sector Tarapotillo, Coperholta, podría haber sido nuestra última oportunidad. ¿Pero dónde estuvieron nuestras autoridades para visionar y anticiparse al desastre urbanístico? Estaban en cualquier parte menos discutiendo los temas de las ciudades. ¿Por qué? Porque no han entendido el desarrollo sostenible y su relación con la calidad de vida que deben ofrecerse a nuestros ciudadanos. En este sentido, Moyobamba tiene aún la oportunidad de salvarse: ya les conté lo de “Mágico bosque”, que es un oasis citadino esplendoroso y casi fantástico. Y aquí entran en liza los jueces que amparan y legalizan las invasiones. ¿Habrá manera de frenar el colapso anunciado? ¿Dónde están los Frentes de Defensa? ¿Qué están haciendo?

Como dice un especialista, la obsesión por la competitividad ha hecho que ´la debilidad política de la iniciativa pública haya cedido paso a la fuerza económica de la iniciativa privada´. Yo lo llamo sin ambages: mediocridad y cobardía de las autoridades, cuando no la concepción equivocada que marca sus desempeños; solo fiscalizar.

El asunto, amigos lectores, es tan serio que se ha convertido en un tema a la vez urgente e importante. Y una parte peligrosa es que, por ejemplo, no se aproveche el espacio del todavía aeropuerto de Rioja, como espacio público amplio, porque algún idiota ya estará pensando convertirlo en centro comercial, instalar canchas deportivas, poner un parque industrial, antes de hacer de él un bosque amplio en donde los ciudadanos encuentren ese espacio para el disfrute de la libertad plena y sea el encuentro para el solaz de la gente. Repito: ya estará por ahí algún urbanista idiota, o un político cretino…

¡Señores! ¡Exijamos a los alcaldes y a las autoridades ambientales para que recuperemos los espacios públicos para la felicidad de la gente!