Peruanos y peruanas que tenemos memoria y dignidad estamos preocupados por la posibilidad de que Keiko Fujimori regrese a Palacio, ya no como primera dama sino como presidenta; también nos preocupa la vuelta del mago de los narco indultos y con él los tristemente célebres faenones; y como no, la preocupación de que un norteamericano y campeón de los lobbies a favor de las multinacionales se convierta en presidente, con la astuta y desvergonzada argucia que sólo renunciará a su nacionalidad norteamericana si gana las elecciones.
Y, respecto a PPK quiero hacer un paréntesis para separar lo étnico de lo ético, pues resulta que sus defensores pretender llevar el debate sobre su nacionalidad americana al terreno étnico, y la objeción no está en ese terreno, ¿o creemos que está bien que PPK nos venga con el infantil cuento que sólo renunciará a su nacionalidad norteamericana si y sólo si gana la Presidencia?, Esta claro que la objeción a su candidatura no tiene nada que ver con lo étnico, sino con lo ético.
Regresando al tema que nos convoca, que busca encontrar respuestas a interrogantes como: ¿Por qué un grupo considerable de peruanos insisten en regresar a un régimen que destruyó la institucionalidad de un país, que emputeció los medios de comunicación, que enlodó y humilló a nuestras Fuerzas Armadas; ¿Cómo entender a un elector que vuelve a su vómito, como ya lo hizo con Alan que dejó al país en cuidados intensivos tras los desastrosos cinco años de su primer gobierno?, ¿Cómo entender a un país que no sólo se contenta con haber sostenido a un japonés que sin escrúpulos postulo para congresista de sus verdadero país, el Japón, y que hoy muchos emocionados creen que el gringo PPK nos llevará de la mano a un soñado primer mundo?, ¿Qué desgracia estamos pagando?, ¿Qué nos está pasando?.
Modestamente creo que no está de moda pensar, cada vez es más fácil y cómodo resistir a abandonar el arte inquietador de sopesar las razones y la excitante tarea intelectual de buscar causas, orígenes y antecedentes; para el común de las gentes los que lo hacen son, o locos o subversivos, el embrutecimiento de la sociedad con programas más embrutecedores que la morfina tiene su cuota de responsabilidad. El estudio con pinzas, y extremadamente superficial de las humanidades en todos los niveles educativos que nos legó el fujimorismo, suman para impedir la generación de interesados en deconstruir los modos culturales instalados entre nosotros, nadie quiere desafiar el actual estado de cosas, nos da miedo el futuro, nos parece más cómodo el pasado y añoramos el clientelismo, otros simplemente apuestan por los candidatos descritos líneas arriba porque de una u otra manera rumiaron del pasto de la ingenuidad popular, por tanto su apoyo encuentra explicación en las cifras.
Las encuestas entonces revelan con precisión de resonancia magnética la ceguera generalizada; es la constatación que la gente prefiere vivir soñando a conocer la verdad, no es sólo ciego el que por naturaleza o accidente ha perdido la vista, es mucho y más y con culpa, el que pudiendo ver, no quiere ver, se resiste a ver; constituye entonces a escasos 8 meses para las elecciones hacer todos los esfuerzos para recuperar la memoria, alentar el debate programático, discutir el pasado a la luz de la realidad actual que permita construir un país con electores que hagan uso de la razón y no sólo de la emoción. Un país sin ceguera, no se encandilaría ni con fujis, ni con apras, menos con alguien que dice que sólo renunciará a otra nacionalidad si gana las elecciones.