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viernes, marzo 29, 2024

Mototaxis bulliciosas que no se oyen

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Es una realidad tangible que hay mototaxis que causan demasiada bulla en las ciudades. Nadie ha tomado medidas severas para eliminar el tránsito de éstos malos vehículos por las calles. ¿Cuál es el impedimento o cuello de botella para desaparecerla? ¿Las entidades o autoridades encargadas no las oyen? La intensidad del sonido se mide en decibeles. El umbral de audición es cero sonidos. Una pisada suave o el rumor de las hojas que se mueven al ritmo del viento en el campo abierto alcanzan hasta veinte decibeles. El silencio de una biblioteca llega a 40 decibeles, una conversación normal alcanza a 50 o 60 decibeles, que es un sonido soportable y agradable.

En cambio, una conversación a voz alta, una gritería, el tráfico intenso de la ciudad, el sonido fuerte de un timbre, la bulla de una maquinaria en pleno trabajo ya llegan de 80 a 90 decibeles que son niveles altos. Una motocicleta o una mototaxi que roncan en repetidas oportunidades en calles cerradas de la urbe simplemente hacen explotar los tímpanos de los oídos. Estas bullas exageradas ya pasan los 120 decibeles que no son soportables de manera natural por los oídos humanos. Estas destartaladas máquinas con “aptitudes diferentes”, carecen de implementos básicos, como el necesario silenciador, para que puedan ser consideradas máquinas normales aptas para la circulación. Entonces, ¿qué hacen en las calles?
Hay carencia de una política local clara para dar solución este grave problema. El pueblo necesita ser defendido de ésta agresión física, psicológica y flagrante falta de respeto. Todos se miran y nadie le pone el cascabel al gato. Mientras tanto el problema está vivito y coleando como en sus mejores tiempos primaverales. Es más, los conductores de éstas máquinas con “aptitudes diferentes”, aceleran y aceleran en repetidas oportunidades, precisamente delante de la gente, como diciéndola: “Aquí estoy, mírenme, soy dueño de ésta calle y nadie me puede decir nada, todos me tienen miedo”.

¿Por qué este demente conductor no dice estas palabras desafiantes a viva voz delante de una autoridad? Se sabe que este demente conductor carece de autoestima, es decir que no se auto respeta, no se quiere o abunda en problemas de egocentrismo.

Causando exagerada bulla trata de llamar la atención, satisface su egoísmo a percibir que llama la atención de esta manera; es decir piensa solo en él. En ningún momento pasa por su reducida mente de “isango” (Ácaro del tamaño de un punto de lápiz), que esta bulla exagerada es una falta absoluta de respeto a las demás personas, que está provocando malestar a la gente.

No, no, ¿cuál gente? ¿Qué importa la gente? ¿Acaso vive de la gente? No. Él es él y nadie más. Entonces, el tratamiento de éste tema no solo debe circunscribirse a que éstas destartaladas máquinas con “aptitudes diferentes” pasen directo al canchón municipal, sino también, que los conductores y las familias completas propietarias sigan cursos obligatorios de psicología y al servicio obligatorio en el Ejército para pasar diariamente por callejón oscuro hasta que aprendan a respetar a las demás personas. De allí, para afinar el tratamiento, pasar por una cadena ronderil de por lo menos un año.
A su retorno, tendríamos conductores de motocicletas y de mototaxis con comportamientos normales, respetuosos a las personas de las calle y a sus pasajeros. Esta medida sería también ampliada al mecánico que interviene en la extracción del silenciador, por la maliciosa complicidad de sus actos. Así de esa manera, tendríamos mototaxis no bulliciosas que se oyen y sería placentero a la vista observar el desplazamiento zigzagueante y silencioso por las calles.

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