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martes, abril 16, 2024

El negocio es la cultura

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Cuando se habla de Cultura, usualmente se cree que se está tocando un tema que es de exclusividad de artistas o académicos, llámense pintores, músicos, escritores, filósofos, periodistas, actores, folkloristas, etc. Este pensamiento ya casi preestablecido en nuestra sociedad se encuentra muy alejado de lo que se considera y hace como Cultura en los países más desarrollados del planeta.

Y no me estoy refiriendo a lo que se conoce como “cultura clásica”, no; lo que diferencia la actitud de los países que ubican a la Cultura no sólo como un hecho costumbrista o elitista, sino como una fuente de ingresos para estas sociedades es la concepción fundamental que invertir en Cultura es tan buen negocio como invertir en otro cualquiera, llámese como se llame.

Esto es lo que hace que en países como el nuestro, en los que aún no hemos alcanzado esta percepción de lo que significa el negocio cultural, los eventos de esta naturaleza deban por lo general ser asumidos casi como contribuciones filantrópicas de sectores privados y, lo que es peor, del sector público, cuyos integrantes casi siempre carecen de la visión para discernir la ecuación Cultura = Negocio.

Por ello cuando se realizan actos culturales en que los organizadores no buscan el provecho personal sino extender la educación y la cultura en la sociedad, esto es –con justicia- interpretado como algo encomiable. Y claro que lo es, por ejemplo en nuestra ciudad, los esfuerzos que ha venido realizando en la difusión cultural el educador y periodista Julio Quevedo Chávez, ha sido reconocido y eso está bien.

Sin embargo, pocos se ponen a pensar que estas acciones desinteresadas son eso precisamente, desinteresadas, y que lo que prima en el mundo globalizado de hoy, nos guste o no, es el interés económico. Por ello es que países como China, por ejemplo, al mismo tiempo que privilegian y resaltan su legado cultural milenario, se preocupan en porque las jóvenes generaciones se impregnen de Cultura Universal en todo lo que abarca la riqueza de la expresión.

Un pueblo sin preocupación por la Cultura está condenado a no ir más allá de lo que la coyuntura material le ofrece, como el ser exportador de materias primas, el caso del Perú, en vez de cultivar los talentos en la ciencia y la tecnología –que son también parte esencial de la cultura moderna- a fin de crear nuevas posibilidades para los negocios y la inversión tal como hace Alemania y Francia, por citar sólo dos ejemplos muy conocidos.

Los esfuerzos que aisladamente manifiestan alguna autoridades ediles, como los regidores Delfor Ponce de León, Manuel Nieves o Jorge Corso Reátegui, o el Gerente de Desarrollo Social, Gerber Díaz, por muy valiosos que sean, no serán de trascendencia si es que no tomamos a la actividad cultural como algo que merece ser revalorado en todos sus aspectos.

Esto involucra un presupuesto que contemple la construcción de un Teatro Municipal para Tarapoto, de una verdadera Biblioteca Municipal, a semejanza de las más evolucionadas del mundo, de una Escuela Superior de Bellas Artes, una Escuela Superior de Música, una Escuela Superior de Artes Folklóricas, una Escuela de Teatro y Danza Moderna; una Orquesta Sinfónica Municipal, etc, etc, Sólo entonces las manifestaciones culturales dejarán de ser esfuerzos aislados y se convertirán en una actividad económica fundamental para San Martín.

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