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jueves, abril 18, 2024

Un día nefasto

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De no ocurrir algo inesperado por lo que millones de personas –creyentes y no creyentes- oran en todo el mundo, el día de hoy, 20 de enero del 2017, será, junto con el 11 de setiembre del 2001, el día más nefasto en la historia de los EEUU en el siglo XXI. Hoy, a mediodía, el magnate y megalómano nazi-fascista Donald S. Trump, asumirá el cargo de 45º Presidente de los EEUU en una ceremonia a la que, siguiendo –quizás por última vez en su historia- el protocolo democrático, asistirán el hasta hoy presidente Barack Obama y su esposa, así como su antecesor George W. Bush, junto con otras personalidades de USA y el mundo.

La democracia norteamericana enfrenta el momento más difícil en sus 240 años de historia: el riesgo de ser destruida como tal y dejar de ser el referente de la libertad en el planeta. Desde que los padres fundadores erigieron la nación americana a partir de las 13 colonias que lucharon por su independencia, los EEUU han sido, junto con la Revolución Francesa, el referente que muchos países del orbe tomaron para constituirse en sociedades democráticas. Países que hace 200 años se debatían entre el absolutismo y la anarquía, asimilaron estos principios y consiguieron consolidarse como democracias ejemplares.

Lamentablemente la hasta ahora sólida democracia norteamericana pende de un hilo con la elección del multimillonario megalómano, electo en una campaña en que el aspirante a déspota hizo uso de todos los recursos del manual de Joseph Goebbels, el Ministro de Propaganda de Adolfo Hitler, en particular el “miente, miente, que algo queda”. Las similitudes con Hitler no terminan allí, pues Trump ha expresado públicamente su admiración por otros autócratas de la actualidad, como Putin, al igual que la extraña relación amor-odio con Stalin que tenía el psicópata nazi alemán por el tirano soviético.

Todo esto, incluyendo la promesa de deportar a 9 millones de inmigrantes hispanos, su cercanía con la Rusia mafiosa, fascista y despótica de Vladimir Putin, con el siniestro Ku Klux Klan, sus peligrosas expectativas de guerra nuclear con Irán, su obtusa negación del calentamiento global con el consecuente retiro de los compromisos contraídos por EEUU para mitigar sus efectos, la vuelta al proteccionismo comercial, sin cabida en este siglo globalizado y el alejamiento de la OTAN –algo impensable para una potencia como USA, comprometida con los valores europeos de democracia frente al creciente peligro del expansionismo ruso – es preocupante para todos los amantes de la libertad en la tierra.

Hasta después de la debacle del Imperio Romano, hubo en Europa más de un émulo de Julio César, personajes como Napoleón Bonaparte y Adolfo Hitler, que habiendo llegado al poder por medios legales, no tardaron en destruir la institucionalidad con sendos golpes de estado, (o autogolpes, si queremos mencionar al ínfimo Fujimori en esta reseña). Napoleón lo hizo valiéndose del 18 Brumario y Hitler incendiando el Reichstag, acontecimientos que dieron pie a ambos para investirse de poderes absolutos.

No es difícil imaginar que Trump, del cual no queda duda de su patológica atracción por el autoritarismo y el poder omnímodo, haga uso de algún pretexto similar, como el terrorismo islámico, por ejemplo, para conseguir que el Congreso norteamericano le otorgue poderes absolutos a fin de neutralizar la “amenaza”. De allí, sólo le faltaría dar un paso para perpetuarse en el poder reduciendo al Congreso a un apéndice de sus apetitos personales, lo que involucraría la pérdida de los derechos humanos y civiles y las libertades esenciales conseguidas por los norteamericanos en los últimos 50 años.

Con esto, el sistema democrático de Occidente podría colapsar en Europa, su último bastión, y los populismos de derecha, acechantes en Francia, Alemania e Inglaterra, podrían llegar a tomar el poder, con lo cual el nazi-fascismo habría conseguido imponerse en un mundo en el que la técnica, la informática y la cibernética permiten que libertades y derechos individuales, como la privacidad, sean violentados sin el menor recato. Los demócratas de todo el mundo esperan que la resistencia de los grupos organizados de la sociedad norteamericana puedan frenar los intentos de este insano y diabólico sujeto que constituye el más grave peligro para la supervivencia del planeta.

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