Retomamos el tema sobre José Ignacio Buenaventura Sebastian Morey Capdebou, esposo amantísimo y fiel de María Alegría Arias de Morey, personaje que tendría gran significancia económica, política y social en la amazonía peruana. Recordamos que un viajero norteamericano se refiere a él en términos favorables lo que nos da la idea de la importancia de Morey en la sociedad tarapotina de la segunda mitad del siglo XIX.
Desgraciadamente, en Tarapoto no tenemos ninguna calle con su nombre que ayude a perpetuar su memoria. Y vale la oportunidad para recomendar a mi buen amigo, el abogado Gabriel Alejandría Castro, actual regidor de la Municipalidad Provincial de San Martín, presentar al Concejo el establecimiento de una política de renombramiento de calles, que sería de justicia, en donde podremos aportar conjuntamente con el investigador Humberto Gallegos.
José Ignacio Morey Capdebou, no solamente se dedicaría a los negocios, dejando las tareas educativas a María Alegría Arias, su esposa; sino que comprendió su rol de ciudadano para servir a la sociedad, como lo acreditan los testimonios encontrados, y que los cumpliría con dedicación y sacrificio, incluso más allá de la ciudad de Tarapoto, al haber tenido que desplazarse hasta sitios tan lejanos como el Ucayali, que pertenecía a la entonces provincia de Huallaga.
Lo hecho por José Ignacio Morey, y su esposa, configuran la demostración de una familia al servicio de todos. Sus acciones iban más allá de los intereses propios del grupo. El análisis y valoración del escenario en que vivieron nos hace comprender que habían entendido que tenían una misión que cumplir, ser los actores para una visión integral de desarrollo y que se materializaron en los hechos que, gracias a Humberto y Federico Sarmiento Marchese, podemos testimoniar, y que los abordaremos cuando tratemos con detalle el emprendurismo de sus hijos, con sus actividades que tendrían un impacto decisivo en la región amazónica. Creemos ya, con convicción, que los hijos, que llegarían a ser poderosos hombres de negocios y políticos, contribuirían a afirmar nuestra peruanidad más allá de la Amazonía y del continente americano. ¿Por qué ser mezquinos en no reconocerlo?
¿Qué responsabilidades cumplió José Ignacio Morey como ciudadano, a quien convocaron para funciones públicas y que las cumplió con eficiencia, dedicación y voluntad? Los testimonios recogidos y encontrados, así como los que nos proporcionan, evidencian el carácter de un hombre serio y comprometido con su país de adopción, y en algún momento lo tendríamos de gobernador de la provincia en esos momentos históricos signado por una serie de avatares como consecuencia de las decisiones políticas que casi no se diferencian de la asquerosidad de los políticos peruanos de los últimos veinte años en pleno siglo XXI, como si se tratara del nuevo retorno de los Borbones. [Continuará, pero por cuestiones económicas suspenderemos por un tiempo la presentación de estas crónicas pues necesitamos realizar investigaciones. Tenemos el compromiso de seguir desarrollándolo en aras de la cultura e historia sanmartinenses].
Nota: El autor de la crónica es miembro de COMUNICANDO, una organización de desarrollo agropecuario, ambiental y cultural, con sede en Tarapoto.