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jueves, marzo 28, 2024

No se fomenta el debate sino el conflicto

elmontonerojorge

Congelar un proceso cultural intentando detener el cambio conduce a la violencia. Forzar ese cambio conduce igualmente a la violencia. Todo cambio tiene su propio proceso interno. Es posible actuar sobre él, pero dentro de límites. Y lo primero que hay que entender hoy respecto de la cuestión de género es que este debate ha devenido en un conflicto social. No hay punto de equilibrio posible entre opiniones opuestas en el terreno de las ideologías. La única salida es reconducir el conflicto hacia un debate sobre las ideologías y su relación con la violencia.

La parte importante en la acusación contra las ideas conservadoras en materia de sexos no es la definición de “sexo”, sino la definición de “idea”. Lo importante del concepto “ideología de género” no es la definición de “género”, sino la definición de “ideología”. Ideología es sinónimo de conocimiento falso. Es el territorio del prejuicio, del juicio prematuro sobre la realidad y su proceso. Es la vehemencia que se anticipa a saltar hacia conclusiones sin haber prestado suficiente atención a la realidad en su propio proceso.

Pasar juicios de manera precipitada y sin mirar cuidadosamente la dirección del cambio en que la realidad se halla —de dónde viene, hacia dónde va— es una receta que desemboca inevitablemente en la violencia. No se puede actuar sobre las costumbres y las creencias —las raíces mismas de la cultura— sin los elementos que permiten prever los posibles resultados de esa intervención. Y el Estado peruano ciertamente no ha consultado la opinión pública ni mucho menos observado atentamente el proceso de nuestra cultura sobre las materias de género. Esta tremenda limitación no le ha impedido, sin embargo, apresurarse a actuar. El resultado no podía ser otro que la violencia.

Recuperar la cordura implica que el gobierno actual reconozca que el Estado no está preparado para dictar una política pública informada y eficaz sobre la materia. Y que, por lo tanto, debe sacar las manos de este tema, especialmente en lo tocante a la educación de los más jóvenes. El Estado peruano no está listo para asumir la responsabilidad en la materia y es preferible, por el momento, que sea la sociedad la que la procese en sus propios plazos.

Porque lo que se está haciendo no es fomentar el debate, sino el conflicto. No se está conduciendo el cambio, sino desatando la violencia. Se está jugando con fuego.

 

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