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martes, abril 16, 2024

Formando buenos ciudadanos

Se acusa a las iglesias de tantas cosas, algunas ciertas, otras no. Muchos critican sus formas y juzgan su fe. Pero lo que a menudo se pasa por alto es que la iglesia cristiana es una de las instituciones que más contribuye a la formación de buenos ciudadanos. La razón es simple: la misión de la Iglesia es hacer discípulos de Jesucristo, y un buen discípulo de Jesucristo será por consecuencia un buen padre de familia, un buen vecino, un buen trabajador… un buen ciudadano.

Las enseñanzas que se dan en toda congregación, y la consejería que la acompañan, tienen que ver con aplicaciones prácticas en la vida. En los cursos que se dictan en las iglesias y las prédicas de los domingos se repiten las instrucciones que dejaron los apóstoles de Jesucristo, las que no tratan sólo de la fe personal ni del reino de los cielos que se espera venir, sino del reino de los hombres y la convivencia presente. Como pequeña muestra cito y parafraseo algunas de las exhortaciones que el apóstol Pablo y Pedro dejaron para todos los creyentes*:

Vístanse del nuevo hombre, creado según Dios…
Desechen la mentira, hablen con la verdad con su prójimo…
El que robaba, no robe más, sino trabaje…
Ninguna palabra corrompida salga de sus bocas, sólo las que sean constructivas, las que edifiquen…
En cuanto les sea posible, estén en paz con todos los hombres.
No sean vencidos de lo malo, sino venzan el mal con el bien.
Que el amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno.
Que el marido ame a su mujer como así mismo y la mujer respete a su marido.
Que el empleado trabaje bien, como para el Señor, pues cada uno recibirá recompensa de él, sea empleado o jefe, gane poco o mucho.
Que los Jefes y empleadores dejen las amenazas, paguen lo justo.
Como ciudadanos sométanse a las leyes y a las autoridades…
Paguen sus deudas y sus impuestos. No deban a nadie nada.
Respeten a todos y amen a sus hermanos. Teman a Dios y respeten a quienes les gobiernan…
Pues esta es la voluntad de Dios, que haciendo el bien hagan callar la ignorancia de los insensatos.

Por supuesto, las iglesias y sus miembros no son perfectos… fallan no pocas veces, y aunque esas fallas son las que el mundo más resalta, la verdad es que muchos de sus miembros buscan cada día ser mejores. Quienes deciden seguir a Cristo (no por tradición ni por conveniencia, sino por convicción y fe), se esfuerzan por obedecer estas instrucciones pues se han arrepentido de vivir fuera del reino de Dios y quieren agradarle primeramente a él. Como consecuencia son “ciudadanos renovados”, nuevas criaturas que por la fe reciben también del Espíritu de Dios la guía y la capacidad para vivir esa vida renovada.

En realidad, un verdadero cristiano es un buen ciudadano aquí en la tierra porque se ha convertido en un ciudadano del reino de los cielos.

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