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viernes, abril 19, 2024

Fiesta del fútbol

Ojos humedecidos de lágrimas, ha sido el signo evidente del alto grado de emoción que experimentó cada peruano, ahora, gracias a la tecnología, sin importar el lugar de su residencia: las ciudades, el campo, en todos los países del planeta, en las calles, en las plazas, en sus casas, en coliseos. No fue para menos. Los corazones de las personas estaban en su máxima expresión de amor, porque con lágrimas en los ojos, gritaban a todo pulmón, saltaban, se abrazaban con quienes estaban observando el desenlace del histórico encuentro con Nueva Zelanda. ¿Tanto puede hacer el amor? ¡Qué grande es el amor! Las lágrimas no solamente fluían durante el partido, en cada toque de balón peruano, en los emotivos momentos de los goles, en las celebraciones de los goles, en especial, cuando Farfán llora fuerte envolviéndose con la camiseta número nueve del gran capitán Guerrero. No hay más palabras para describir tamaño suceso de amor por la patria, amor por el hermano peruano, amor recibido de Dios por ser tan generoso con nuestro pueblo. Las lágrimas fluyeron con mayor intensidad, en el momento en que suena como fino trueno con profundo eco el pitazo final del árbitro. La algarabía fue total. Con voz entrecortada la gente gritaba de alegría, cantaba, lloraba, saltaba, reía, hubo múltiples abrazos mutuos al hermano, todos éramos hermanos peruanos. ¡Qué bonito! ¡Qué maravilloso! ¡Qué fantástico! De allí, la locura fue total, dentro y fuera del país incaico. No hay forma de describir tanta alegría con frenética algarabía desbordante. Este fue el momento que todos los peruanos esperaban desde hace largos treinta y seis años. Muchos años de frustraciones, de espera.

Bien hizo el supremo Gobierno en declarar día no laborable el día siguiente, porque el pueblo en general estaba desvelado, amaneció celebrando cada quien a su manera, pero al fin, pocos fueron a sus camas antes de la media noche. ¡Qué hermosos rostros de los peruanos, llenos de alegría, de emoción, de amor! Dios quiera que las huellas de esos rostros permanezcan por siempre, generaciones tras generaciones. Las redes sociales se llenaron de evidencias de ésta alegría.

Pasaron los días, los comentarios aún están en los grupos y aparecen en las redes virtuales. Una opinión analiza que la frustración de las anteriores eliminatorias al mundial de fútbol, estaba íntimamente relacionada a la corrupción que reinaba en el organismo rector de éste deporte; pues, con la salida de la anterior directiva, que se resistía dejar el cargo por largo tiempo, da paso a otras personas, que su trabajo ha desembocado en esta gran fiesta del fútbol. El mismo comentario añade: “Así como en el fútbol, hay que desterrar de raíz la corrupción de la política, para que otras personas que realmente aman al Perú, gobiernen con generosa vocación de servicio, dejándose guiar por la voluntad de Dios, para que al fin las personas, sean tratadas como tales, es decir, como imagen y semejanza del Señor. Que el Perú no sea el centro del lavado de activos, el lugar de la corrupción de postulantes a los gobiernos de los tres niveles, el antro de violaciones, el centro de la delincuencia de calle y de corbata, el lugar de narcotráfico ni de terrorismo. Que la persona sea tratada como persona, con todo el respeto posible y con el amor demostrado en ésta fiesta del fútbol”

El contagio del amor expresado en la emoción, ha provenido de los once deportistas, que cantaron el himno nacional, con energía, con furor, con devoción, con ganas, con amor por la patria, para darle logros al país. Por esa razón, algunas opiniones van dirigidas a quienes cantan el himno nacional con cero grado de emoción, solo con labios totalmente desconectados al corazón y a la mente, porque en ese instante los hipócritas que hacen pantomima de patriotismo, están pensando cómo saquear al Estado, haciendo contratos fraudulentos, cómo hacer más adendas de adicionales, cómo pedir boletas de venta de comisiones que no se hacen, cómo obtener conexiones clandestinas de agua y luz para no pagar, cómo hacer funcionar la maquinita del velocímetro del carro estacionado para pedir gasolina y vender al mejor postor clandestino, cómo aminorar la ración de alimentos para que sobre y el jefe pueda vender, cómo cobrar el más alto porcentaje de comisión, cómo categorizo a las personas de la selva, cuántos policías envío a enfrentarse con otros hermanos hasta que ambos se maten, cómo hacer los aparentes concursos públicos para favorecer a mi familia o a mi amigo, en fin, éstas personas no deben cantar el himno patrio, éstas personas deben pedir perdón al pueblo peruano y al Señor, rectificar su actitud, bajar al llano y convertirse en personas sencillas, humildes, como Dios quiere, porque las personas deben ser tratadas como personas, no por dinero, no por poder, no por influencia, sino por amor, así como el amor demostrado en la gran fiesta del fútbol en el ingreso al campeonato mundial Rusia 2018, donde los once futbolistas han ganado con amor a la gente y amor a la patria.

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