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jueves, abril 25, 2024

La niña que una vez fui

Fui niña y esa inocencia la perdí hace mucho tiempo. Aprendí que la malicia puede ser mejor compañía. He vivido sola desde los 16 años y en alguna época de mi vida he madrugado en fiestas interminables, he bailado, me he reído con personas que conocía y otras a las que recién me presentaban esa noche. Por mi delante he visto pasar drogas, he conocido universitarias que se prostituían para pagar sus estudios o por simple gusto; algunas de mis compañeras se gastaban el dinero de su mensualidad en juergas y nunca terminaron la universidad. Esta es la realidad que muchos jóvenes viven, por eso: “Que lance la primera piedra quien esté libre de pecado”

«Alessandra es la niña que fuimos. Es la niña migrante, a la que nadie despierta con desayuno o le da las buenas noches. Es la niña valiente que toma decisiones importantes, porque tiene que tomar decisiones. Es la niña que vive en una ciudad extraña, porque en su tierra no está lo que busca y porque tiene grandes aspiraciones. Alessandra es la niña que extraña a su mamá, que a veces tiene miedo, que a veces se siente sola, que a veces va a fiestas. También es la niña a la que critican, a la que llaman libertina, a la que llaman agrandada. No la conocen, ni a ella ni a sus miedos ni a sus sueños, pero igual hablan. La niña que fuimos está muerta»

Hace unos días leí esta publicación en el facebook de una periodista de El Comercio, Natalia Molina. Me llamó la atención, porque me hizo retroceder 13 años de mi vida, cuando aún era una niña tímida, provinciana en una ciudad nueva, con miedos, con muchos miedos, que tuve que derrotarlos sola. Yo fui una niña como Alessandra Chocano y estoy viva, ella, no.

¿Agrandada? ¿Juerguera? ¿Aventada? ¿Descuidada? ¿Promiscua? Escucho tantas estupideces desde que murió la voleibolista y todo mi cuerpo se estremece, hasta poner mi “piel de gallina”. Los medios de comunicación han generado un circo con supuestos de abortos, drogas, infidelidades, muchas historias inventadas para llamar la atención de los que ignorantemente observamos, juzgamos y sentenciamos.

Alessandra murió, pero si eso no hubiese sucedido, la sociedad doble moral la hubiese matado, porque es fácil señalar con el dedo a una mujer, que pedir que asuma responsabilidades un futbolista que pudo auxiliar a una niña agonizando. ¿Qué pasó? Todos nos hacemos la misma pregunta.

Muchas mujeres han alzado su voz de repudio a la “niña agrandada”, porque simplemente ella “buscó su muerte”, como si juerguearte hasta madrugar puede ser justificación para que puedan hacerte daño. Nadie sabe a ciencia cierta qué fue lo que sucedió, pero sin embargo ponen adjetivos y recriminan a una voleibolista, que ya no está.

¿Los padres tienen la culpa? No existe manual que enseña a ser padre o madre, sin embargo ellos educan y orientan a los hijos desde pequeños, anhelan verlos cumpliendo sus sueños, rezan a diario para que Dios los proteja y hacen de todo para protegerlos. Ellos no son culpables de las decisiones que los hijos asumen. Cuántas veces tú, yo o varios más, hemos tenido fiestas en departamentos y eso no dependió de nuestros padres, porque ellos creían que dormíamos o simplemente porque confiaban en nosotros. ¿Eso está mal? ¿Todos somos perfectos? ¿Nadie comete excesos en su vida?

Ningún pastor asegura que su rebaño está a salvo, lamentablemente vivimos en una sociedad violenta, en esa misma sociedad que mata.

“No escupas al cielo, que puede caer en tu cara”, repetía mi abuelita cuando alguien le juzgaba y ahora que ella no está, le doy toda la razón. Esa persona a la que juzgas por haber estado a las 5 de la mañana en un departamento con otras 9 personas más, pudo haber sido tu hija, tu hermana, tu sobrina, tu amiga o pudiste haber sido tú.

Hoy, ya no se disfruta del amor ni de la vida. La poesía ha sido reemplazada por violencia y los sueños por ataúdes. Por eso, solo quiero recordar la niña que una vez fui, esa niña que ya murió y que no regresará….

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