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viernes, marzo 29, 2024

“El avance ignominioso del hombre” (II)

(Continuación)

“Envenenando la tierra, el aire y el agua de los que, como los demás seres vivos, dependemos estrechamente”, así concluía nuestra nota anterior.

Hemos construido una tecnosfera monstruosa de ciudades artificiales, industrias y todo tipo de sistemas que se propagan sin cesar y sin considerar el hecho de que el espacio y los recursos cada vez mayores que necesitan se obtienen a expensas de los sistemas naturales y que su proliferación nos ata al dictado de un modo de vida antinatural, mecanizado y congestionado.

Por fin estamos empezando a darnos cuenta que tendremos que pagar un precio muy alto por haber sucumbido a la tentación de intentar remodelar la tierra, como si fuéramos los únicos en habitarla, cuando el planeta es bello y generoso precisamente porque muchas otras formas de vida contribuyen a que sea como es.

Para culminar nuestra obra, hemos aprendido a fabricar el más artificial de nuestros artefactos; la bomba, que puede destruir todo lo necesario a la vida, la humana incluida, en un abrir y cerrar de ojos.

Nuestra unidad con la naturaleza, es el elemento primario de nuestro ser y nos recuerda que todo lo que hagamos para debilitarla, acabará debilitándonos a nosotros, olvidar esto solo puede tener resultados fatales.

Aunque el hombre se ha labrado un rincón privilegiado en un mundo que reclama como suyo, su posición se está volviendo precaria y puede llegar a ser completamente efímera, a no ser que cese de ejercer como el tirano insaciable y obtuso del planeta.

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