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viernes, marzo 29, 2024

¿Philco padece el síndrome de Hubris?

Casi todas las semanas el alcalde moralino Carlos Philco es protagonista en los medios de comunicación local y no precisamente por algún logro para su comuna; atrás quedó aquel gordito bonachón, simpaticón el cual algunos avizoraban como el político que tendría que seguir creciendo en capacidades y éxitos electorales, sin embargo terminó convirtiéndose en un personaje errático, de gestión cuestionada y de actitudes personales desagradables que dejan muy mal parado su condición de padre del pueblo.

Existe la leyenda urbana que durante el segundo gobierno del Presidente Argentino Hipólito Yrigoyen, (1928-1930), sus asesores más directos con el objetivo de no preocupar al mandatario ante una situación que le era desfavorable, hicieron imprimir un diario especial para él, con una imagen de país que poco y nada tenía que ver con la realidad.

Pues parece que entre trolles, enfervorizados “philquistas” y distracciones ajenas a su labor como burgomaestre, Carlos Philco estaría padeciendo de una patología denominada el “Síndrome Hubris”, de otra manera no puede entenderse cómo es que no reacciona y escucha el sentimiento de los vecinos de su distrito para corregir el rumbo de su gestión, para bien suyo y el de los ciudadanos moralinos.

Pues bien, el Síndrome de Hubris, es la enfermedad de los que creen saberlo todo. La hibris o hybris es un concepto griego que puede traducirse como “desmesura”, “arrogancia” o “soberbia”. Algunos psiquiatras opinan que puede considerarse una patología, eso explicaría cómo es que existen muchos gobernantes -en todo nivel- no solo el alcalde Carlos Philco, con gestiones evidentemente divorciadas con su comunidad, sin embargo consideran que las cosas caminan bien y que las voces discordantes o críticas provienen de gente ignorante, equivocada, interesada, por lo que ni siquiera vale la pena escucharlas, ya en casos extremos terminan considerándolos sus enemigos. La burbuja en que viven es invulnerable.

Es muy frecuente observar que personas con impecable trayectoria ciudadana o profesional incursionan en política y de la noche a la mañana, llegando al poder, se convierten en individuos ególatras, narcisos, soberbios, dueños de la verdad universal. Y claro que es muy difícil tener tanto poder de decisión sobre un conglomerado humano, particularmente creo que nadie está preparado para ello, menos aun los que sin hacer un recorrido político llegan a instancias elevadas. Es indudable que terminarán mareándose y perdiendo la perspectiva de las cosas.

El 2008 el político y médico británico Lord David Owen publicó el libro titulado “En el poder y en la enfermedad: enfermedades de jefes de Estado y de Gobierno en los últimos cien años”. La revista “Foreign Affairs” realiza una magnífica revisión del mismo “En muchos jefes de Estado, la experiencia del poder les provoca cambios psicológicos que los conducen a la grandiosidad, al narcisismo y al comportamiento irresponsable. Líderes que sufren de este síndrome hubris ‘político’ creen que son capaces de grandes obras, que de ellos se esperan grandes hechos, y creen saberlo todo y en todas las circunstancias, y operan más allá de los límites de la moral ordinaria […] el libro de Owen debe ser leído por todos los médicos que cuidan la salud de los políticos y por los propios líderes también”. Al explicar el síndrome hubris, Owen afirma que los políticos y otras personas en posiciones de poder desarrollan un conjunto de comportamientos que “tienen el tufillo de la inestabilidad mental”. En su descripción, cita al filósofo Bertrand Russell, quien aseguraba que cuando el elemento necesario de humildad no está presente en una persona poderosa, esta se encamina hacia un cierto tipo de locura, llamada “la embriaguez del poder” (“El síndrome hubris o la enfermedad del poder”. Dr. Elmer Huerta, Director del Preventorio del Instituto de Cáncer del MedStar Washington Hospital Center en Washington, publicado en el diario “El Comercio”)

“La humildad es la única vacuna contra el hubris” añade el prestigioso médico peruano Elmer Huerta. El psiquiatra argentino Campos Cervera señala de manera concluyente que el tratamiento para esta patología “es hacer un baño de realidad. La forma de mejorar es tratar de no creérsela y mirar la perspectiva global”.

La experiencia del poder, en muchos gobernantes, no solo en Carlos Philco, provoca cambios psicológicos, que conducen al narcisismo, grandiosidad y terminan perdiendo visión de lo que realmente sucede a su alrededor.

 

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