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Los 80 años de Carlos Cotrina Del Águila y su amor por Lamas

Carlos Cotrina Del Águila cumplió hace unos días 80 años. Toda su vida la ha dedicado a la docencia y a la cultura de Lamas, convirtiéndose en un personaje tan querido como polémico. Pero, como él mismo dice con firmeza: “Soy Cotrina y eso no me van a cambiar”.

Nació el 24 de julio de 1945, en la ciudad de Cuñumbuqui, conocida como la cuenca lechera de la provincia de Lamas. Es el tercero de ocho hermanos, hijo de Moisés Cotrina Del Águila y Zoila Del Águila López. La familia se trasladó a Lamas en los años 50. Estudió en el jardín 250 y la primaria en la Prevocacional de Varones de la ciudad; la secundaria, en el colegio Martín de la Riva y Herrera.

Tuvo su primer contacto con la cultura kichwa a los 10 años, cuando en su pueblo natal vio a los danzarines de Cajada, experiencia que lo marcó profundamente. De niño fue inquieto y travieso. Hacía «cachuelos» vendiendo chupetes, periódicos, ayudando en construcciones de casas de tapial y, los fines de semana, limpiaba el cine de Lamas para ganarse una entrada. En vacaciones, ayudaba en la granja de su abuelo Juan del Águila y siempre participó activamente en las actividades artísticas de la escuela y el colegio: teatro, canto, y como director del periódico escolar El Heraldo, inspirado por el profesor uruguayo-argentino Luis Alberto Bruzonne Pizarro.

A los 14 años simpatizó con el APRA, por el arraigo familiar de sus padres y tíos. Terminó la secundaria y viajó a Lima para estudiar Filosofía y Ciencias Sociales en la Universidad Nacional Federico Villarreal. Durante su vida universitaria, se dedicó a la impresión y venta de prospectos para postulantes a la Villarreal y San Marcos. Junto con sus amigos charapas Arturo Ríos y Francisco Izquierdo Ríos, y un grupo de estudiantes sanmartinenses, formaron el Frente Juventud Sanmartinense, que editó la revista El Gran Pajatén, distribuida en todas las universidades de Lima. Fue parte de círculos políticos universitarios y, con el tiempo, se inclinó hacia posiciones de izquierda.

En los últimos ciclos de universidad, fundó junto a su hermano Abner Cotrina Del Águila y su entonces enamorada y hoy esposa, Nancy Trigozo Del Águila, la revista El Filabón (1982), de corte político, informativo y cultural, distribuida en el Club Social Lamas en Lima y en toda la región San Martín.

Regresó a Lamas como profesional, para trabajar en el Instituto Nacional Vespertino de Comercio (INAVECO). Desde allí, se integró activamente en las reivindicaciones sociales del pueblo, siendo parte de las luchas populares desde 1974, como uno de los líderes visibles de las estrategias combativas en favor de la comunidad.

En 1975, contrajo matrimonio con la profesora Nanci Ignacia Trigozo Del Águila, natural de Estero del Río Mayo, con quien tiene cuatro hijos: Nancy, Carlos, Abner y yo. En 1980 fundaron la primera tienda de artesanía de la región, bajo el nombre de AMACHAY (defender), como una forma de proteger la cultura y tradiciones de la comunidad del Wayku, tienda que sigue en funcionamiento hasta hoy. En los años 90 también fundaron la revista Amachay, una publicación de sátira y noticias pintorescas lamistas.

Carlos Cotrina fue un gran profesor de filosofía, un promotor incansable de la cultura lamista. Es multifacético, sabe hacer de todo —menos “rosquete”, como él dice— y siempre está activo. Hoy reparte el diario Voces y dedica sus días a cuidar su huerta.

¡Feliz 80 años, papá!

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