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Siempre Vivirás

pedrin y joshelin

Por: Edy Tirado

Estuve en mi oficina, ayer, jueves 4 de setiembre del 2014, me aprestaba a ir una reunión con mis colegas de trabajo; cuando en eso suena mi teléfono profesional. Dudé en responder…descolgé el aparato y reconocí la voz de mi hermano Juan. Me dijo que tenía una mala noticia a comunicarme. Me quedé callado… me preguntó: «¿Estás ahí?», le dije que sí y añadió: «Joshelín se nos fue».

Como me gustaría estar en la Selva Peruana, en estos momentos, en mi región…San Martín; para velar a mi amigo y hermano del alma, y acompañar a su querida familia y amigos de José Reátegui Sandoval, Joshelín.

Los especialistas de la obra y la vida artística de Joshelín ecribirán mejor que yo, no caben dudas; solamente quiero compartir con ustedes el hombre, el hijo del pueblo, el amigo que ha sido (y será) Joshelín para mí.

Corrían los primeros años de los 80, cuando me presentaron al cantautor de Lamas. Personaje ilustre, para mí, porque sus canciones me hacían vibrar, aún sin haber conocido físicamente a la persona, y me permitían viajar imaginariamente a nuestra querida Amazonía. Era un artista que cantaba con pasión. ¿Quién no conocía a Joshelín?

En ese entonces, yo comenzaba mi relación con la que más tarde sería y es mi esposa. Ella cantaba las 24 horas de Joshelín. La hacía repetir hasta el cansancio la dicha canción. Así que tuve ganas de conocer al personaje ilustre, que contribuyó a desarrollar mi mundo sentimental (con la persona amada, y con la región que me vió nacer).

Apenas nos vimos, la corriente de amistad y hermandad pasó de la pitri-mitri. Joshelín hubiera empleado otras palabras más crudas…le decía que de cada diez palabras que él empleaba, once son lisuras. Y él me respondía: «Pero son buenas lisuras, carajo». Le he conocido siempre así, y eso hacía parte del encanto de su personalidad. En cualquiera otra individuo, una lisura es una lisura…con él, esas palabras se transformaban en arte, porque había el contexto, los gestos. ¡No hay vainas!

Yo con mis veinte años me sentía halagado de tener un amigo como Joshelín y de haber podido aprofundizar esa amistad. Nos encontrábamos en casi todas las manifestaciones públicas que existían en esa época en Tarapoto. Participábamos de todos los acontecimientos, cuando yo estaba de vacaciones universitarias…para, finalmente, terminar en su casa. Joshelín preparaba el famoso «piqueo» de pollo. El ave era «prestado» a su suegra (no sé si ella se habrá enterado), y continuábamos nuestra conversación construyendo una sociedad justa: donde los malos no tendrían lugar, administrada por los buenos…y entre estos últimos estábamos nosotros. ¿Qué más va?

No voy a repetir cómo, dónde creamos el Grupo Pajatén; solamente decirles que fue un 5 de marzo de 1985, y hacían parte Joshelín, Javier Bartra Rengifo, Pedrito Martínez (el Moshaco), Carlos y Roger Navarro Ramírez, y yo.

Para mí fue una experiencia inolvidable haber participado en la aventura del Grupo Pajatén, y lo poco que puedo compartir con ustedes escribiendo, no rinde cuenta de todo lo que yo quisiera decirles. Y entre esos momentos fuertes, está y seguirá estando en mi ser, la presencia jovial, la sabiduría popular, la amistad tendida y franca de Joshelín.

Me acuerdo que en la reunión de despedida que me hizo con otros amigos, porque yo venía al viejo continente, me entregó una foto donde estamos los dos, él con la guitarra y yo con la zampoña. La dedicatoria dice lo siguiente: «Lo quel el alma hace por su cuerpo, Pedro y Joshelín hacen por San Martín. Pequeño de tamaño, pero gran varón como Napoleón. Pedrito: esta fotografía es para que la cuides eternamente, entre tus mejores recuerdos. Te respeto y aprecio mucho. Joshelín. Tarapoto 24/07/99». ¡Miércoles, Joshelín! Estoy vertiendo lágrimas por ti, amigo mío…mirando la foto y lo que dejaste escrito.

Me parece que la foto fue tomada algunos años antes de la formación del Grupo Pajatén, en el aniversario del hombre de prensa y shapajino, Julio Quevedo Chávez, en su morada de Morales.

Joshelín, no te dije antes lo que voy a decirte, no sé por qué, quizás por púdico…pero te lo digo ahora, tengo un maletín con un código, donde guardo mis recuerdos más preciados …y ahí está la foto que me diste. La estoy cuidando eternamente. Gracias por haber sido mi testigo de matrimonio.

Recordado amigo, querido hermano, tú siempre vivirás en la mente y en el corazón de la gente que te ama y te respeta. Joshelín, siempre vivirás.

Pedro Emilio Torrejón Sánchez.

Setiembre 2014.

 

 

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