En un momento crítico para la Amazonía y el planeta, Monseñor Miguel Ángel Cadenas Cardo, obispo del Vicariato de Iquitos y miembro de la Orden de San Agustín, reafirma su compromiso con la defensa del agua y la vida. Su voz se alzó durante la Cumbre Amazónica del Agua, realizada del 1 al 3 de octubre de 2025 en Iquitos, donde cerca de 400 delegados y delegadas de 10 países y 14 regiones del Perú se reunieron para alzar un grito de esperanza y de indignación ante la crisis hídrica que amenaza la selva amazónica, el mayor reservorio de agua dulce del planeta.
Monseñor Cadenas, quien estudió Filosofía y Teología en el Estudio Teológico Agustiniano de Valladolid y fue ordenado sacerdote el 27 de noviembre de 1993, ha desarrollado una intensa labor pastoral en la Amazonía peruana. Ha sido vicario parroquial en Iquitos, párroco de Santa Rita de Castilla en el río Marañón, formador en el Seminario Agustiniano de Trujillo y, desde 2015, párroco de la Inmaculada Concepción en Iquitos. Actualmente, es Superior regional de la Orden de San Agustín en Iquitos y coordinador del proyecto de fusión de las tres provincias agustinas en el Perú.

Durante su diálogo con VOCES, el obispo reflexionó sobre la magnitud del reciente encuentro amazónico:
“Era un evento programado para 170 personas y acudieron más de 400. Esto demuestra que había una necesidad sentida, una urgencia por encontrarnos, conversar y unir esfuerzos frente a los desafíos que amenazan nuestros ríos y comunidades”.
El religioso destacó el papel de la espiritualidad y la simbología en la movilización colectiva:
“La eucaristía de apertura y clausura, así como las oraciones diarias, fueron profundamente impactantes. Lo simbólico moviliza desde el corazón, y ese fue uno de los grandes aciertos de la Cumbre: unir a distintas congregaciones y religiones en la defensa de la naturaleza y la vida”.
Para Monseñor Cadenas, la defensa ambiental trasciende credos y fronteras:
“Desde la fe cristiana, la naturaleza es creación de Dios. Atentar contra ella es atentar contra el Dios creador. Por eso, todas las personas, sin importar sus creencias, son bienvenidas en esta causa común: custodiar la creación y proteger el planeta”.
El obispo reconoció también el papel de las regiones como San Martín, cabeceras de importantes cuencas amazónicas, que enfrentan ya los impactos del cambio climático.

“El cambio climático vino para quedarse. Las crecientes y vaciantes son hoy más intensas y menos regulares, afectando la pesca, los frutos del bosque y, en consecuencia, la seguridad alimentaria. El Amazonas es un gran regulador del clima planetario. Cuidarlo es cuidar el equilibrio de la Tierra”.
Recordó, además, que los más pobres son quienes sufren con mayor crudeza las consecuencias de la crisis climática, y llamó a fortalecer la unión entre comunidades, iglesias y organizaciones para mitigar sus efectos.
La Cumbre Amazónica del Agua cerró con un compromiso compartido: continuar tejiendo redes de acción y espiritualidad. Monseñor Cadenas adelantó que la segunda Cumbre Amazónica del Agua se realizará en 2027 en Puerto Maldonado, un nuevo espacio de coordinación y esperanza para la selva sudamericana.
Este liderazgo no es nuevo. En octubre pasado, el obispo de Iquitos emitió un pronunciamiento público en defensa del río Nanay, denunciando la entrega de una concesión minera en su cuenca. Alertó sobre las graves consecuencias ambientales y sociales que esta actividad traería a la seguridad alimentaria e hídrica de la población loretana.

“Su deterioro pone en riesgo la vida de miles de familias y la salud de todo el ecosistema”, sostuvo el obispo, en sintonía con el mensaje de la encíclica Laudate Deum del Papa Francisco, publicada en el Día de San Francisco de Asís, patrono de los amantes de la naturaleza.
Desde Iquitos, su llamado resuena con fuerza en toda la Amazonía peruana: proteger el agua, los ríos y la vida es una tarea espiritual y moral, un deber que nos une más allá de las fronteras y las creencias. Porque, como bien recuerda Monseñor Cadenas, “somos agua, somos vida, somos esperanza”.