Pedro Solano: Conciencia ambiental debe complementarse con una revalorización de la identidad amazónica

“Un país sin propósito es un país a la deriva”

El ambientalista Pedro Solano, asesor de la Iniciativa Interreligiosa para los Bosques Tropicales del Perú, reflexiona sobre el papel espiritual en la protección de la Amazonía, los avances en conservación, la necesidad de identidad amazónica y la urgencia de recuperar el orgullo y la institucionalidad del país.

El ambientalista Pedro Solano, con más de 35 años de trabajo a favor de las áreas naturales protegidas del Perú, es una de las voces más reconocidas en el movimiento ambiental nacional. Además de su trayectoria profesional, es conocido por su faceta artística como rockero, y por ser autor de La Esperanza es Verde (2005), un libro de referencia que narra la historia y evolución del sistema de áreas protegidas del país. Hoy, desde su rol como asesor de la Iniciativa Interreligiosa para los Bosques Tropicales del Perú, impulsa la campaña “Sin bosques no hay vida”, una propuesta que busca conectar la espiritualidad con la acción ambiental.

La iniciativa, explica Solano, nace desde Naciones Unidas con el propósito de integrar a las comunidades religiosas y espirituales en la discusión sobre la deforestación. “Lo que las Naciones Unidas vieron fue que en los países de bosques tropicales más importantes —República del Congo, Indonesia, Brasil, Colombia y Perú— existía una fuerte presencia de comunidades de fe, pero que todavía no estaban involucradas en el diálogo ambiental”, señala. El objetivo, por tanto, es doble: vincular las religiones con el tema de los bosques y sumar el componente espiritual a una conversación que durante años se ha centrado únicamente en aspectos ecológicos, económicos, sociales y políticos.

“El tema espiritual —subraya— nos recuerda el sentido de trascendencia. Venimos de una historia de centenares de generaciones y estamos aquí de paso para dejar el planeta a las que vendrán. Si creemos que esta naturaleza es una obra de un creador, entonces debemos entender que nos la confió, no solo a nosotros, sino también a los que estuvieron y a los que vendrán. Esa espiritualidad puede ayudar mucho a enfocar mejor algo que hasta ahora hemos visto solo desde la utilidad inmediata”.

Al mirar hacia atrás, Solano destaca que las últimas tres décadas han sido de importantes avances en materia de conservación. “Si ves un mapa de las áreas protegidas del Perú, en los últimos 20 o 30 años el sistema prácticamente se duplicó en extensión y en capacidad de manejo. Hoy el territorio conservado equivale al tamaño de Ecuador, lo cual es enorme”, afirma. Además, resalta el fortalecimiento institucional que vino con la creación del Ministerio del Ambiente y del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (SERNANP). “El SERNANP ha demostrado ser una de las instituciones más resilientes del Estado. En una época en que hemos tenido siete presidentes en menos de diez años y una rotación ministerial casi semanal, esta entidad ha tenido apenas cinco jefes, tres de ellos durante dieciséis años, y todos profesionales de carrera”, destaca con orgullo.

El ambientalista sostiene que estos avances han contribuido a otros logros del país, como el boom gastronómico y el auge turístico, que se sustentan en la diversidad biológica y cultural del Perú. Sin embargo, reconoce que la Amazonía sigue siendo un territorio desarticulado, especialmente en regiones como San Martín. “La Amazonía no es un territorio fácil. La conectividad entre pueblos y comunidades es difícil y costosa. Nos hemos articulado milagrosamente a través del celular, pero muchas veces esa información no es veraz, basada en rumores o percepciones. Eso nos ha desarticulado aún más”, reflexiona.

A pesar de ello, encuentra esperanza en la conciencia ecológica de la población amazónica: “El poblador amazónico entiende perfectamente que solo una naturaleza saludable le dará salud a él y a su familia. Sabe que el agua debe estar limpia, que el bosque debe mantener su cobertura, porque si no, el día que llueve se le viene el cerro encima. Esa comprensión es mucho más profunda que la de quienes vivimos en las ciudades”.

Para Solano, esa conciencia ambiental debe complementarse con una revalorización de la identidad amazónica, especialmente en regiones diversas como San Martín, donde confluyen migraciones andinas y comunidades nativas. “Tenemos que construir identidad alrededor de lo que ya tenemos: un Chazuta, un Lamas, un Awajún. Esa diversidad es una oportunidad, pero hay que trabajarla, fortalecerla e involucrarnos más. Y, sobre todo, recuperar el orgullo”, afirma.

El país, dice, atraviesa un momento de desánimo colectivo. “Creo que los peruanos estamos golpeados y hemos perdido un poco de orgullo. Ese golpe viene de la pérdida de institucionalidad, algo que empezó en los años noventa. No diría que fue promovido por alguien en particular, pero sí generó que el Perú pierda propósito. Y un país sin propósito es un país a la deriva”.

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