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“Amazonía desconectada: Las barreras estructurales que frenan el desarrollo y profundizan la desigualdad”

Voces entrevistó a la economista Ana Inés Reátegui Vela, profesora de Finanzas, Contabilidad y Economía en la Maestría de Finanzas de ESAN, quien advierte que la falta histórica de integración territorial mantiene a la Amazonía atrapada en un círculo de pobreza, debilidad institucional y ausencia de servicios esenciales, mientras la clase política continúa sin comprender la dimensión estratégica del territorio.

La economista Ana Inés Reátegui VelaProfesora de Finanzas, Contabilidad y Economía (MA) en ESAN, con un Diploma de Estudios Superiores Especializados en Comercio Internacional (DESS) por la Université Val de Marne, París, y economista por la Universidad de Lima, analiza que la Amazonía ha enfrentado durante las últimas décadas un problema estructural: la imposibilidad del Estado peruano de integrarla adecuadamente al resto del territorio y, por extensión, al funcionamiento pleno de la economía nacional.

Señala que “la Amazonía guarda tesoros que no pueden aprovecharse porque a lo largo de 200 años de vida republicana no hemos podido construir una verdadera conectividad”. La falta de carreteras, puertos, aeropuertos y, en general, de infraestructura que permita la circulación eficiente de personas, bienes y servicios ha generado una desconexión persistente que frena el desarrollo.

Reátegui sostiene que esta desconexión no solo afecta la producción, sino también la provisión de servicios esenciales como la salud y la educación. La complejidad del territorio hace difícil mover profesionales hacia zonas remotas, y los incentivos, tanto laborales como de acceso a servicios básicos, son insuficientes para atraer médicos, enfermeras o docentes mejor preparados. “Si un profesor o un médico cuenta con todos los servicios y conectividad en la costa, ¿qué incentivo real tiene para trasladarse a un distrito amazónico donde los salarios no compensan las limitaciones del entorno?”, cuestiona. Esto, afirma, perpetúa una brecha en la calidad de los servicios públicos y contribuye a un ciclo de pobreza que se reproduce generación tras generación.

En regiones como San Martín, que cuenta con integración vial interna entre sus 10 provincias, la carencia de otros tipos de conectividad – aérea, digital, logística – impide otorgar valor agregado a la producción local y limita la competitividad. “Aunque los productos amazónicos sean naturales y de alta calidad, sin contaminantes, la desconexión impide que salgan eficientemente y también que ingresen bienes y servicios que podrían dinamizar la economía”, subraya.

La economista explica que la falta de conectividad también tiene efectos directos en el mercado laboral. La precariedad educativa y de salud reduce las posibilidades de empleos mejor remunerados, empujando a muchos jóvenes a actividades de bajo valor, como el mototaxi, que no permiten un desarrollo sostenido. “Es una economía que se mueve en un circuito de baja productividad, sin capacidad de generar oportunidades reales para sus habitantes”, advierte.

Este problema, resalta Reátegui, no es exclusivo de la Amazonía. Se replica en zonas altoandinas: provincias alejadas de PunoCuscoAbancay o incluso de Cajamarca.

Para ella, el común denominador es el mismo: un Estado que no ha logrado integrar su territorio en dos siglos. “Mientras no podamos garantizar que las personas y los bienes transiten con fluidez, seguiremos condenados a la desigualdad. Tener recursos no basta si la economía no puede operar porque los servicios y la infraestructura fallan”.

A este escenario se suma, afirma, el rol de una clase política que, en muchos casos, carece de formación suficiente para comprender la complejidad del territorio y sus desafíos. “El liderazgo político sin conocimiento puede ser nefasto. Se priorizan intereses inmediatos o de pequeños grupos cercanos al poder, en lugar de una visión geopolítica del país”, advierte. Esto crea espacio para decisiones improvisadas, iniciativas populistas o “aventuras” que no solo no resuelven el problema estructural, sino que pueden profundizar la crisis y el estancamiento.

Reátegui concluye con una mirada realista y a la vez crítica del futuro económico de la Amazonía: “El panorama no es alentador mientras no reconozcamos que la conectividad es la base del desarrollo. Si la clase política no entiende este punto, el país seguirá atrapado en un vaivén que no permite avanzar”.

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