Alfonsina Storni y Horacio Quiroga tuvieron una relación profunda y apasionada. Se conocieron en la década de 1920 y compartieron ideas y dolores hasta la trágica muerte de Quiroga en 1937, y el suicidio de Alfonsina un año después.
Alfonsina y Horacio Quiroga
En 1922, Alfonsina frecuentaba el grupo Anaconda donde conoció a Horacio Quiroga. En una de esas reuniones jugaron una tarde a las prendas. El juego consistió en que Alfonsina y Horacio besaran al mismo tiempo las caras de un reloj de cadena, sostenido por Horacio. Este, en un rápido ademán, escamoteó el reloj precisamente en el momento en que Alfonsina aproximaba a él sus labios, y todo terminó en un beso. Sin embargo, cuando Quiroga resuelve irse a Misiones en 1925, Alfonsina no lo acompaña. Pero entre cartas quemadas y sollozos, se alimentaba un amor irreal.
Una historia de amor y muerte
Alfonsina Storni y Horacio Quiroga vivieron una historia de amor entre pública y clandestina. Perseguidos ambos por el cáncer, él se suicidó en 1937. Ella, un año después, preanunciando su propio final en un poema que dedicó al escritor: Morir como tú, Horacio, en tus cabales, y así como siempre en tus cuentos, no está mal; un rayo a tiempo y se acabó la feria… Allá dirán. Aquí un extracto del poema:
No se vive en la selva impunemente,ni cara al Paraná.
Bien por tu mano firme, gran Horacio …
Allá dirán.
Más pudre el miedo, Horacio que la muerte
que a las espaldas va.
Bebiste bien, que luego sonreías …
Allá dirán.
El primer encuentro
El primer encuentro de Horacio y Alfonsina fue en 1916 en Buenos Aires en el Café Tortoni. Alfonsina, pequeña, ojos azulados, pelo dorado y ondulado tenía 20 años y Horacio 38. Él estaba en Buenos Aires tras la desgracia de la muerte de su padre, de su padrastro, de su esposa, de haber matado por accidente a su amigo Federico Ferrando. El Tortoni era por aquellos años, lugar de largas tertulias de artistas e intelectuales. Cinco años después del primer encuentro Horacio Quiroga vivía en la provincia de Misiones, con venidas a Montevideo y Buenos Aires, donde reunía a intelectuales en tertulias que él mismo dirigía.
Unidos por la poesía
En esas tertulias empezó la historia entre Quiroga y Storni, que ella inmortalizó en uno de sus poemas, Tú, que nunca serás. Allí, la poeta escribió:
Sábado fue, y capricho el beso dado,
capricho de varón, audaz y fino,
más fue dulce el capricho masculino
a este mi corazón, lobezno alado.
No es que crea, no creo, si inclinado
sobre mis manos te sentí divino.
Yo soy esa mujer que vive alerta,
tú el tremendo varón que se despierta
en un torrente que se ensancha en río,
y más se encrespa mientras corre y poda.
Ah, me resisto, más me tiene toda,
tú, que nunca serás del todo mío
Alfonsina y Horacio unidos por la soledad por la literatura
Quiroga no la sedujo ni la persiguió, ella tampoco. Ella inteligente y con fuerza de mujer viva, frágil, activa, contestataria, romántica, que no dudaba en usar su poesía para decir a las mujeres que «si quieren, son libres», sin perder el privilegio de «seducir con la palabra». Él un hombre que se debatió entre grandes amores y pasiones inflamables de muchachas jóvenes. A Alfonsina y Horacio los unió la soledad y la literatura.
Fuentes consultadas:
Eduardo Silva. https://www.visitemosmisiones.com
Fernando Klein. Horacio Quiroga y Alfonsina Storni, Amor, locura y muerte. (Sudamericana). 2020



