No podíamos dejar de escribir una semblanza de alguien que llenó una etapa del periodismo radial tarapotino. Que practicó un periodismo, entre provocador y casi humorístico, de una manera auténtica, derivado entre la noticia y el comentario, manejando bola-bola el castellano, de repente sarcástico e irónico pero todo ello dentro de un plan de joda sana, pero honesto, resaltando esos hechos sencillos, prosaicos y casi baladíes, pero que Guillermo Sánchez Ushiñahua supo llevarlos más allá de nuestras posturas puritanas y cucufatas.
Guillermo Sánchez haría célebre aquellos titulares de antología: “Encuentran cadáver muerto…”, o “Rayo mata a campesino; policía tras el asesino”. O aquellos que la chanza popular le ha atribuido: “Bestia choca contra un caballo”, aunque de buena fuente sé que el autor de este supuesto titular fue un funcionario actual de la Municipalidad de Tarapoto; o éste: “Por fin loro habla en el Parlamento; cuándo ya pues se ha sabido que loro viejo aprende a hablar”. Entonces se desencadenaba una expectativa de locura para conocer los detalles después de escuchar la sirena policial que nos llevaba a los anuncios publicitarios. Pero, nada más dramático como aquel titular de “Cae platillo en el barrio Huayco”. Era un estilo particular de titular la noticia.
Desde Uchumullaca, Huimbamuyuna, Aucaloma, Alao, Amiñio, Guaja, Churusapa, Shamboloa, Cuñumbuza, Utcurarca y Pasarraya y en los lugares marginales de las ciudades, “El Patrullero 1160”, que se emitía por Radio Imagen, de Víctor Daniel Coral Pérez, llenaba con sus ondas los bosques, las quebradas, los pastizales, todos los pueblos sanmartinenses. Un programa que haría época.
Guillermo Sánchez, natural de Shapaja, (04.06.1943) logró en el periodismo radial una cota de sintonía jamás lograda, por lo que es ya un personaje imprescindible en la historia del periodismo tarapotino. Conocí a Guillermo cuando estudiantes en el desaparecido Instituto Nacional Agropecuario N° 10. De verdad, en el colegio, Guillermo era un tipo realmente antipático; yo le tenía una bronca especial pues él era un enemigo visceral del arevalismo, cuando ya este movimiento estaba dando sus estertores.
Guillermo Sánchez, técnico agropecuario, maestro de escuela y comunicador, pareciera haber entendido la gramática no como el conjunto de reglas, pero sí como una praxis de la vida que obedecía simplemente a la lógica. No le importó la diferencia de los géneros, los números, los modos de conjugar los verbos, los gerundios y tiempos pluscuamperfectos. Para él, que las reglas se vayan a la mismísima…., pues solo existían la ´a´ y la ´o ´, como si fueran sufijos inmutables, para el femenino y masculino, respectivamente. Por ejemplo, la mujer que hacía el servicio de taxi, era taxista; si lo hacía un hombre, ´taxisto´. El mismo se consideraba un “periodisto”.
El periodismo que hizo Guillermo tal vez sea, salvando las opiniones de los “cultos” y puristas del idioma, lo más auténtico que hayamos podido escuchar, y por eso más de treinta años de su presencia en la radiotelefonía sanmartinense. Y tanta era la fidelidad al Patrullero 1160, cuyas fuentes mayormente eran los cuadernos de ocurrencia de la Comisaría de la Policía de Tarapoto, que los amantes interrumpían sus escarceos para otros momentos.
Para escribir esta crónica conversé previamente con Guillermo Sánchez. Solo atinó a decirme, dentro de su estilo humorístico y sano pendenciero: “No vayas a joder mucho”. Mientras me retiraba de su domicilio no me cabía ninguna duda que, definitivamente, él ya era parte de la historia periodística sanmartinense, como otros de quienes también escribiremos.