Las cosas han cambiado. No podemos tocar lo que antes tocábamos. No podemos hacer las cosas que antes nos entretenían. Los lugares que se frecuentaba quedaron en el olvido y hasta la rutina del perro ha sido modificada, ahora solo a la puertita y lo metemos.
Antes enjaulábamos a las aves, ahora somos nosotros quienes estamos encerrados. A los perros que tenían un carácter indomable se les colocaba un bozal, ahora los humanos usamos mascarillas. Antes bañábamos a nuestros animales porque podían estar sucios, ahora nosotros nos desinfectamos con alcohol y lejía, mientras que el perro y el gato no tienen problemas de que el virus pueda hacerles daño.
¿Te diste cuenta? Ahora nos parecemos tanto a los animales en cautiverio, aquellos seres que viven atemorizados. Ahora vivimos como nuestras mascotas, limitadas a un solo espacio y sin libertad.
En estos momentos recuerdo mi infancia y en cómo me encantaba estar en la calle con los amigos del barrio. Jugaba, correteaba, me ensuciaba desde el pelo hasta la punta de los pies, esos momentos eran realmente maravillosos. Qué triste es ahora ver a niños encerrados que se comunican con sus abuelos, primos, tíos y maestras a través de una fría computadora o celular.
Los aparatos tecnológicos son ahora lo más preciado en el plano educativo, laboral y hasta social. Y por tanto, se han instaurado nuevos aplicativos de redes sociales, ahora no solo existe Facebook, WhatsaApp, Instagram, ahora aparecieron Tik Tok y Like, plataformas virtuales en donde las personas imitan situaciones graciosas que se hacen virales y algunos se hacen famosos.
Las videollamadas son la mejor forma de vernos y oírnos al mismo tiempo, no solo se utilizan para las reuniones del trabajo o del colegio, sino también con los amigos y es por ello que hace unos días me enchufé en una comunicación audiovisual entre Paolo Guerrero y Jeferson Farfán. Todo iba bien, la chacota estaba en su punto, Paolo inducía a Farfán a que confesara su amorío con Yahaira Plasencia. Sin embargo, en un momento se paralizó todo y me decepcioné de nuestro querido “Depredador”.
Guerrero dejó absolutamente claro lo siguiente sobre su pareja sentimental: «No estaría con ella si tiene que hacer escenas de besos, no podría soportarlo, obviamente soy macho que se respeta. Si fuera un papel donde no haya ese tipo de cosas, no me molestaría», comentó el deportista. No obstante, Alondra García Miro se pronunció y dijo: “¿La escena? No la haría, siempre voy a priorizar mi relación antes que nada”.
Entonces aparecieron un sinfín de comentarios en contra de Paolo y a partir de ello me puse a pensar en cuántos hombres limitan a sus parejas y no les dejan desarrollarse profesional o laboralmente y también pensé en las millones de mujeres que por amor aguantan todo y con el floro de priorizar y cuidar su relación, acceden y se someten a los caprichos de él, el amor de su vida.
Aún hay muchos reflejos del machismo, ese monstruo que todavía habita entre nosotros. Lo vemos en el vecino, en la prima, en la compañera de trabajo y en personajes públicos como Paolo Guerrero, el “Depredador”, una figura tan admirada y hasta venerada por el mundo deportivo, un señor al que apoyamos a ciegas en un caso de sustancias no permitidas. Sin embargo, el depredador nos mandó un mensaje con tufo a tiranía, de “Eres mía y te encierro en una burbuja y si no cumples lo que quiero, te dejo pues”.
Durante esta cuarentena han incrementado los casos de violencia a mujeres, hombres, infantes y también se evidenció el maltrato animal. Lamentablemente está pasando de todo. Si ahora que estamos encerrados, en plena reflexión, no cambiamos ¿Cuándo lo haremos?
Por lo pronto, los aparatitos tecnológicos nos seguirán entreteniendo y servirán para grabar a animales en abandono, a mujeres violentadas y a niños y niñas vulneradas.
Sin duda, este encierro hace que aflore lo mejor o lo peor de nosotros. Aprendamos la lección, que ésta soledad nos ayude a comprender que podemos mejorar como sociedad, que podemos dejar de ser unos malditos desgraciados.
Se conoce que en la depredación hay un individuo perjudicado que es la presa y otro que es beneficiado, el depredador, ese que te caza y te come, si se llena deja tus sobras como evidencias de que él te mato y te comió. Lo mismo sucede con los seres humanos, la violencia se grafica de la misma manera.
Por eso, en cuarentena haz el amor, aflora lo mejor de ti y observa fijamente como el búho, vuela como el águila, corre como el leopardo y defiéndete como el tiburón. Tenemos tanto que aprender de los animales y aún no lo comprendemos.
Pero eso sí, no seas “Ni presa, ni depredador”