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“Bajo amenaza: Sobrevolando el corazón herido de la Amazonía»

VOCES fue parte de este sobrevuelo y testigo directo de las amenazas que ponen en riesgo la vida, los ríos y los bosques de la cuenca amazónica del Perú, la coca y minería ilegal avanzan sin pausa ante la inercia de los gobiernos.

Texto y fotos: Beto Cabrera Marina

Martes 28 de octubre, la mañana se abre paso entre un mar de neblina que cubre los ríos Marañón y Santiago. Desde el aire, el verde infinito de la selva amazónica parece resistir con fiereza al avance de los claros que la devoran. Bajo las alas de la avioneta, los límites del Datem del Marañón y Condorcanqui se confunden en una geografía de ríos, quebradas y montañas donde la vida pulsa con fuerza. Pero también, donde el silencio de los motores y dragas ilegales retumba como un eco persistente de la devastación.

El sobrevuelo, organizado por la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS Perú), permitió observar con crudeza la magnitud de las amenazas que acechan a esta parte de la Amazonía peruana. La misión incluyó zonas críticas de las regiones Loreto y Amazonas, priorizadas por los registros recientes de minería ilegal y cultivos ilícitos. A bordo, representantes de la prensa —entre ellos VOCES— y especialistas en conservación constataron cómo los bosques tropicales están siendo consumidos por una combinación letal de actividades ilícitas, indiferencia institucional y abandono estatal.

Desde el aire, el curso del río Marañón, entre las localidades de San Lorenzo y Borja, revela una cadena de parches deforestados que se expanden como heridas abiertas. En las riberas, se distinguen áreas transformadas por la tala y el fuego, donde el bosque ya no regresa. Los datos del monitoreo satelital de FCDS Perú son claros: entre 2001 y 2022, el país perdió más de 2.8 millones de hectáreas de bosques amazónicos, con picos de hasta 200 mil hectáreas deforestadas por año.

Detrás de cada hectárea perdida hay una historia de presión económica, rutas clandestinas y la ausencia de control del Estado.

Más al norte, sobre el río Santiago, la avioneta sobrevuela la localidad de Galilea, donde las aguas marrones y los claros geométricos anuncian la presencia de cultivos ilícitos de hoja de coca. Los registros georreferenciados de DEVIDA (2024) y los informes conjuntos de ACCA y FCDS muestran un incremento sostenido de estas áreas, muchas de ellas dentro de territorios indígenas y zonas de amortiguamiento de áreas naturales protegidas. En algunos tramos del río, los bosques primarios han sido reemplazados por parcelas agrícolas conectadas por trochas recientes, lo que evidencia el avance de una economía ilegal que se adentra cada vez más en la selva profunda.

El panorama se torna aún más preocupante al llegar al sector El Tambo, en la frontera con Ecuador, y a lo largo del río Cenepa. Allí, el zumbido metálico de las dragas delata la presencia de minería ilegal de oro. Las aguas lucen turbias y manchadas, testigos del uso indiscriminado de mercurio, un metal pesado que contamina los ríos y amenaza la salud de las comunidades Awajún y Wampis que habitan la zona. “Estas actividades no solo destruyen los ecosistemas, sino también la vida de los pueblos indígenas que dependen de ellos”, advirtió un representante de FCDS Perú durante el vuelo.

En el eje de la carretera Puente Wawuico – Santa María de Nieva, las huellas de la deforestación acompañan el trazo del asfalto. La expansión de caminos no planificados, muchas veces impulsados sin una evaluación ambiental rigurosa, está abriendo paso a la colonización, la tala ilegal y la minería. Lo que se presenta como progreso en el papel, en la práctica se convierte en un vector de degradación ambiental y social.

El Bioma Amazónico, que abarca 7 millones de kilómetros cuadrados de ecosistemas estratégicos en Sudamérica, se encuentra en un punto crítico. En el Perú, la Amazonía representa más del 60% del territorio nacional y es hogar de una biodiversidad incomparable. Pero la pérdida sostenida de sus bosques compromete los compromisos climáticos y de conservación del Estado peruano, y pone en riesgo la estabilidad ecológica y cultural de toda la región.

Los sobrevuelos de FCDS Perú no solo buscan registrar la evidencia de la devastación. Su objetivo es también visibilizar la problemática en el territorio y promover respuestas concretas frente a los delitos ambientales. Gracias a estos recorridos aéreos, se han podido validar los datos obtenidos por monitoreo remoto y, sobre todo, mostrar la realidad de los bosques desde una perspectiva que ningún mapa puede traducir completamente: la del testigo directo.

Desde las alturas, mientras el sol se abre paso sobre el dosel amazónico, el mensaje es indiscutible: la Amazonía peruana está siendo herida en silencio.

Cada hectárea perdida, cada río contaminado, cada comunidad amenazada son parte de una historia que exige acción inmediata, decisión política y un compromiso real con la conservación.

DATOS

  • Se registra una intensa actividad de minería ilegal en el río Marañón y sus márgenes, concentrada en los sectores de Saramiriza y Borja.
  • Se observa el uso de maquinaria pesada y retroexcavadoras como parte de las operaciones mineras.
  • La actividad minera viene afectando el curso del río, así como riberas, playas e islas.
  • Se observan diferentes puntos de las márgenes del rio Marañón con montículos de desmonte y pozas mineras similares a las que se presentan en Madre de Dios.
  • A lo largo del eje de la carretera Puente Wawuico – Santa María de Nieva, se pudo observar parcelas de cultivos ilícitos de hoja de coca en diferentes estadíos de desarrollo; esparcidas en un mosaico de parcelas agrícolas.

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