Una ola gigantesca está arrobando el alma y la mente de la humanidad, cual verdadero “tsunami” o inmenso maremoto que impacta los diversos “Kulturkreise” (medios culturales) del mundo e “inunda” vertiginosamente todas las “calles” de la vida intelectual y social, arrebatando a la humanidad boquiabierta, cual mitológico Ganímedes- “arrancado” hacia el cielo por el águila jupiteriano… Me refiero por supuesto al ChatGPT y en general a los vertiginosos avances de la (Inteligencia Artificial (IA).
Como sabemos, ChatGPT es un prototipo de chatbot de inteligencia artificial desarrollado en 2022 por OpenAI que se especializa en el diálogo y pese a que aún no se ha visto expresado todo su potencial, ya “asusta” o por lo menos sorprende a los usuarios, por su alto nivel de “naturalidad humana” para crear todo tipo de documentos (tesis, artículos científicos o de toda índole, contabilidades, programas académicos, etc.) llegando algunos como Dan Gillmor a declarar que: «la academia tiene algunos problemas muy serios que enfrentar» (!) refiriéndose a los consabidos usos “no éticos”.
Si unimos los saltos exponenciales de la Inteligencia Artificial con el contexto de tecnologías como la 5G, la computadora cuántica, los microimplantes cerebrales, los lentes de realidad aumentada y muchísimos avances más, vemos que casi instantáneamente se agolpan en nuestra mente colectiva todas esas utópicas imágenes de las más atrevidas películas de ciencia ficción (me acuerdo especialmente de aquel amable “profesor” holográfico de “La Máquina del Tiempo”, film del 2002) que abundan en diversos robots humanoides (“Blade Runner”, “Ghost in the Shell”, etc.), llenas de “realidad aumentada” por todos lados, y no dejo de pensar que todas esas utopías están realmente “a la vuelta de la esquina” (¡¿cinco? ¿diez años?!)
Ello es una confirmación elocuentísima de lo anticipado hace varias décadas ya, por sabios y visionarios, por ejemplo, desde la vertiente cosmobiológica, como los Maestres Dr. Serge Raynaud de la Ferrière y Dr. David Juan Ferriz Olivares, calificando estas características de nuestra época y su “progresión alucinante desde los campos tecnológico-científicos cada vez más avanzados”, con la terminología propia de la cosmobiología: “AQUARIUS”, la Era “uraniana” (vertiginosa, electrónica, de lo instantáneo y de la genialidad llevada a su colmo, sin fronteras), “saturniana” (de profundidad científica, objetividad, reflexión, materialización, etc.) y “mercurial” (comunicativa, de los intercambios, de la colaboración, los trabajos en equipo, la elocuencia, el comercio justo).
SIN EMBARGO, acudiendo a esa profundidad “Saturniana” y su dialéctica del PENSAR = “PESAR” en una balanza, analizar, reflexionar, etc. tenemos que decir que al final de todo queda como lo más importante y SUPREMO el ESPÍRITU HUMANO unido a su Esencia Divina, puesto que este tan positivo “colmo” del avance tecnológico nos “arrinconará” cada vez más (como descartando progresivamente todo aquello que no es humano) hasta llegar a la esencia inconquistable e inviolable de nuestra humanidad-divinidad, pues la máquina más compleja no tiene la capacidad de dilucidar criterios de sabiduría, de telefinalismo trascendental, de adaptación a circunstancias y toma de decisiones propias de la Epistemología de la Vida (análisis orgánico de todos los factores morales, éticos, espirituales, místicos, emocionales, intelectuales, etc.) que SOLO el espíritu humano puede estar preparado para REALIZAR.
Paradójicamente, más bien, este vertiginoso progreso tecnológico permitirá ese encuentro de las cabezas en el hermético caduceo, pues, como bien lo notaron hace varias décadas: “Si la capacidad organizativa de los matemáticos cibernéticos se dedicara a poner en orden este aparente caos, no hay duda de que el terreno sería más fácil. Debemos esperar este acercamiento, esta colaboración de las disciplinas, y veremos entonces, ya que los extremos se tocan en todas partes, QUE LA SUPERESPECIALIZACIÓN de los modernos FUE UN PASO NECESARIO PARA LA ABOLICIÓN FINAL DE LA ESPECIALIZACIÓN.” y por consecuencia, la conquista de un mejor HUMANISMO.
Finalmente queda, repetimos, esa verdad fundamental expresada sabiamente: “el bisturí sirve para curar o para matar” … FORMEMOS ANTE TODO PUES, EL ESPÍRITU DE LAS PERSONAS EN PRINCIPIOS CONSTRUCTIVOS SÓLIDOS: esa RE-EDUCACIÓN DE LA HUMANIDAD emprendida por instituciones como la Fundación Magna Fraternitas Universalis (Ver: @MagnaFraternitasUniversalis).