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«Creer, construir y soñar el Perú: Un llamado a la esperanza en nuestras Fiestas Patrias»

«Perú: 204 años de historia y esperanza. Felices Fiestas Patrias a quienes aún creen, construyen y sueñan un Perú justo, solidario y libre.

Esta frase no es solo un saludo por el aniversario de la independencia nacional; es, sobre todo, un reconocimiento y una invitación. Un reconocimiento a millones de peruanos y peruanas que, día a día, desde el anonimato, sostienen este país con trabajo honesto, dignidad y esfuerzo. Y una invitación a no rendirnos, a no ceder ante el desencanto, a no abandonar la esperanza de construir el país que todos merecemos.

204 años de la proclamación de la independencia, el Perú se encuentra en una encrucijada. Nos golpean tres grandes males: la corrupción institucionalizada, la desigualdad estructural y la desconfianza profunda en nuestras autoridades. Pero frente a estos desafíos no hay solo frustración; también hay resistencia, creatividad y ganas de cambio.

¿Cómo celebrar a la patria en medio de tantas deudas pendientes?

La respuesta está en el corazón de quienes no han perdido la fe: el agricultor que cultiva en tierras olvidadas, el maestro que enseña a pesar de las carencias, la madre que educa con valores, el joven que busca emprender a pesar de las puertas cerradas, el profesional que se queda en el país para servir, el ciudadano que no cae en la trampa de la violencia ni la mentira.

Este 2025 celebramos nuestra independencia en medio de realidades difíciles que impactan la vida de millones de peruanos y que nos obligan, más que a celebrar, a reflexionar. Este aniversario patrio no puede ser una fecha más en el calendario si realmente aspiramos a un país mejor.

Porque la historia no se escribe solo con batallas pasadas, sino con las decisiones, omisiones y compromisos que cada día tomamos como sociedad como personas de bien.

¿Cómo desearle “felices fiestas patrias” al peruano o peruana marginado por el propio Estado? ¿Qué sentido tiene un discurso de unidad cuando miles de jóvenes carecen de oportunidades, empleo o educación de calidad?

¿Qué festejo sincero cabe para ese padre o madre de familia que, pese a todas las trabas, sigue levantándose de madrugada a trabajar con honestidad, mientras los privilegios se reparten entre burócratas avivatos y políticos sin vergüenza?

Ese Perú que trabaja en silencio es el verdadero motor de nuestra patria.

Porque no todo está mal. Porque a pesar del ruido político, existe un país que avanza en sus barrios, en sus comunidades, desde sus chacras, en sus pequeñas empresas, en sus actos cotidianos de solidaridad y esperanza.

Existe un país que rechaza el clientelismo, que exige respeto, que quiere autoridades decentes, que no tolera más exclusión ni discriminación.

Soñar un Perú justo, solidario y libre es más necesario que nunca.

Es tiempo de construir ciudadanía con conciencia, de pasar de la crítica a la acción, de fortalecer los valores que nos han sostenido como nación: la honestidad, la resiliencia, la diversidad, la empatía, el amor por nuestra tierra. Somos un país joven, con una cultura ancestral y una riqueza natural inmensa. Somos, también, un país herido, pero con capacidad de sanar si trabajamos unidos.

Hoy no basta con conmemorar, hay que comprometerse.

Ser peruano no es solo portar una bandera, sino cuidar lo que representa. Libertad, justicia, igualdad. En estos 204 años, que no nos gane el cinismo ni la resignación. Que la fecha no sea solo un feriado, sino una oportunidad para reflexionar y decidir en qué Perú queremos vivir y qué legado queremos dejar.

El pueblo peruano tiene una fuerza inquebrantable. A pesar del abandono, el peruano y la peruana de a pie han demostrado que pueden salir adelante, que saben organizarse, reinventarse, colaborar. En cada rincón del país —de la sierra andina al litoral, de la selva amazónica a los barrios urbanos— hay historias de esfuerzo, coraje y amor al país. No todo está perdido, porque el verdadero Perú no es el de los escándalos ni la impunidad, sino el de su gente trabajadora, solidaria, resiliente.

Celebrar el 28 de julio no es cerrar los ojos, sino abrirlos más que nunca. Ver los errores y reconocer los logros. Criticar con firmeza, pero también construir con esperanza. Porque si algo nos enseña la historia es que los pueblos que superan las adversidades no son los más ricos ni los más poderosos, sino aquellos que no pierden la fe en sí mismos.

Los valores del peruano y peruana son innumerables: la hospitalidad, el ingenio, la capacidad de trabajar duro, la alegría en medio de la adversidad, la diversidad que no divide sino enriquece. Esa es la base sobre la que podemos reconstruir una nación que merezca llamarse libre e independiente.

Hoy más que nunca, necesitamos un país que sea verdaderamente capaz de integrar a todos sus hijos. Un Perú donde la inclusión no sea solo un discurso sino una práctica. Un Perú que respete la dignidad humana, que eduque con libertad y equidad, que cuide su biodiversidad y se sienta orgulloso de su cultura plural y milenaria.

Felices Fiestas Patrias a quienes no se rinden, a quienes creen en el Perú sin maquillajes, al ciudadano común que siembra futuro con su ejemplo.

Que esta fecha nos convoque a unirnos de verdad y a construir el país que aún estamos a tiempo de hacer realidad. Porque el Perú que soñamos es posible. Y empieza por nosotros.

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