Econ. M. Sc. Javier Solsol Chávez
El mercado internacional ha cambiado de sabor. El cacao, símbolo del “dulce éxito amazónico”, atraviesa una fase de enfriamiento después de un año de gloria; mientras que el café, históricamente asociado con los altibajos de la agricultura de altura, parece recuperar dulzura y estabilidad.
Esta dinámica no es solo una noticia bursátil. En la región San Martín, donde miles de familias dependen directamente de ambos cultivos, las oscilaciones de los precios del cacao y el café definen no solo la economía local, sino también el ánimo del agricultor, las finanzas familiares y hasta la actividad comercial en las ciudades intermedias como Moyobamba, Rioja o Bellavista.
Del auge a la corrección: el cacao baja de temperatura
Durante 2024, el cacao fue protagonista en los titulares internacionales. Los precios se dispararon por encima de los 11 000 dólares por tonelada, un nivel nunca antes visto, impulsados por el déficit de producción en África Occidental, las lluvias irregulares en Ghana y Costa de Marfil, y una ola especulativa sin precedentes. Sin embargo, en 2025, el mercado corrigió: hoy el precio bordea los 6 100 dólares, marcando una caída cercana al 45 %.

En San Martín, esta caída ha tenido efectos directos. Los productores de Tocache, Juanjuí, El Eslabón y Alto Saposoa —quienes lideran la producción nacional de cacao fino y orgánico— vieron cómo su entusiasmo se enfriaba junto con el mercado. Muchos habían vendido su producción antes del pico, sin acceso a instrumentos de cobertura o almacenamiento, y hoy enfrentan precios de exportación más bajos.
El costo de los fertilizantes, el transporte y los jornales, por el contrario, no ha bajado. En las chacras, la matemática es simple: si el quintal de cacao se paga menos y los insumos siguen caros, el margen de ganancia se evapora. Por ello, la sensación general entre los productores es que “el dulce se volvió amargo” antes de tiempo.
El despertar del café: un aroma que vuelve a inspirar
Mientras el cacao se enfría, el café se calienta. Desde agosto de 2025, los precios internacionales del café arábico han mostrado una recuperación sostenida, ubicándose en torno a los 392 dólares por quintal, impulsados por la menor producción en Brasil y Vietnam, el aumento de los costos logísticos y la creciente demanda global de cafés especiales y orgánicos.
En San Martín, donde se cultiva más de 75 000 hectáreas de café, la noticia es alentadora. Regiones como Rioja, Moyobamba, Lamas y Soritor han mantenido su producción pese a los embates del clima, y varias cooperativas —como Oro Verde, Cacra, y Ceprosan— han logrado colocar sus cafés certificados en mercados europeos, aprovechando los mejores precios.

La ventaja de San Martín es su diversificación altitudinal: mientras el cacao prospera en zonas bajas y medias, el café reina en los valles y laderas de altura. Este equilibrio geográfico permite que muchos agricultores alternen ambos cultivos, amortiguando las pérdidas de uno con las ganancias del otro.
El espejo económico de San Martín
San Martín representa cerca del 35 % de la producción nacional de cacao y el 20 % del café peruano, cifras que lo consolidan como la región agrícola más diversificada de la Amazonía. Pero detrás de estos porcentajes hay realidades complejas.
El productor promedio cultiva entre 2 y 4 hectáreas, combina agricultura con ganadería menor, y depende de las cooperativas para acceder a créditos o exportar. Sin embargo, muchas cooperativas aún carecen de capital de trabajo suficiente para sostener precios de acopio durante periodos de baja internacional.
La ausencia de infraestructura adecuada —centros de acopio refrigerados, plantas de fermentación, sistemas de secado solar estandarizado— sigue siendo una debilidad estructural que impide aprovechar al máximo los ciclos de bonanza.
En los últimos años, la región ha avanzado en transformación local, con la aparición de microindustrias chocolateras en Tarapoto, Moyobamba, Rioja y Bellavista, y pequeños tostadores de café que buscan identidad regional. No obstante, todavía falta escalar estas iniciativas hacia una verdadera marca regional de origen, que permita a San Martín vender no solo materia prima, sino también “historia, aroma y calidad”.

Mirando al cierre del 2025: luces para unos, sombras para otros
Con la llegada de las fiestas navideñas de 2025, el panorama económico de los agricultores sanmartinenses será desigual. Los cafetaleros cerrarán el año con mejores ingresos, fruto del repunte internacional y de contratos renovados con compradores de cafés especiales. Se espera que muchas familias puedan mejorar sus condiciones financieras, pagar deudas y realizar inversiones pequeñas en equipos, techos de secado o educación familiar.
Por el contrario, los cacaoteros enfrentarán un final de año más ajustado. Aunque las cooperativas continúan exportando cacao fino, los precios globales dificultan la rentabilidad. Frente a ello, algunos productores han optado por diversificar con plátano, yuca o ganadería, mientras otros exploran la transformación local en chocolate artesanal, un camino prometedor para retener valor en la región.
La lección del mercado: La resiliencia y valor agregado
El comportamiento reciente del café y del cacao es una metáfora de la economía sanmartinense resiliente, dinámica y dependiente de factores externos que muchas veces escapan al control local.
Pero también demuestra que las crisis pueden ser oportunidades. El cacao puede recuperar terreno si se orienta hacia la industria chocolatera regional, impulsando marcas locales con identidad amazónica. Y el café puede consolidarse como la nueva estrella del agro sanmartinense si se apuesta La clave está en no quedarse en la lectura de precios, sino en la construcción de cadenas de valor. Desde el productor que fermenta con cuidado su cacao o selecciona su grano de café, hasta el joven emprendedor que abre una cafetería o una chocolatería en Tarapoto, Moyobamba o Rioja, todos forman parte de una nueva economía amazónica que busca ser competitiva, sostenible y orgullosamente regional.



