En los últimos días, la región San Martín viene enfrentando una ola de incendios forestales que ha encendido las alarmas de autoridades y pobladores. Doce siniestros han devastado cerca de 220 hectáreas de pastizales, árboles frutales y maderables en los distritos de Tarapoto, Cuñumbuque y Cacatachi, dejando un panorama desolador y poniendo en riesgo la seguridad de cientos de familias.
Cacatachi es el distrito más golpeado, con seis incendios que se propagaron rápidamente hacia terrenos agrícolas y zonas cercanas a viviendas. En Cuñumbuque, provincia de Lamas, se registraron tres focos, mientras que en Tarapoto el fuego arrasó áreas de Castrococha, Rancho Vista y el sector Shupishiña. La magnitud de los daños ha generado temor entre la población, que temen perder sus chacras y hogares.
El desastre movilizó a la Brigada Verde, cuyos jóvenes voluntarios, junto a bomberos y vecinos, intentaron contener las llamas con lo poco que tenían a la mano. Sin embargo, la escasez de herramientas y equipos especializados ha limitado la respuesta, obligando a muchos a enfrentar el fuego con palas, ramas y baldes de agua. A pesar del apoyo de ellos, el avance del fuego ha sido implacable.
Las causas aún no han sido determinadas, pero se sospecha que la quema de maleza sería uno de los principales detonantes. Isaac Silva, representante de la Brigada Verde, exhortó a la población a no recurrir a estas prácticas, recordando que el intenso verano que azota la región es un factor que convierte cualquier chispa en una catástrofe. “Cada incendio que atendemos puede convertirse en una tragedia si llega a las viviendas”, advirtió.
La situación es crítica y pone de manifiesto la fragilidad de los ecosistemas de San Martín ante la acción del hombre y el cambio climático. Los brigadistas y bomberos no se rinden, pero claman por apoyo urgente: sin equipos ni recursos suficientes, la lucha contra el fuego se convierte en una batalla desigual que amenaza con repetirse cada día con mayor intensidad. Por: Hugo Anteparra