Fuego y agua: nuestra gran casa en riesgo
Por: Beto Cabrera Marina
Cerramos agosto con una cifra alarmante: 3,264 incendios forestales prendidos hoy en la Amazonía continental (1,922 en Brasil, 505 en Bolivia). En el caso de la Amazonía peruana, nuestro país ocupa el segundo lugar con más incendios en el día, con 829 focos, principalmente en San Martín y Ucayali. Los datos históricos muestran que en la quincena de septiembre podríamos superar los 6,000 incendios en un solo día en toda la Amazonía continental, y en la Amazonía peruana llegar hasta los 1,500.
Fuente: CENSIPAM Brasil, NASA.
Una palabra común que escuchamos permanentemente es “cambio climático”. Sin embargo, de tanto repetirla, muchas veces se diluye su sentido real.
El cambio climático no es una consigna ni un concepto abstracto: es el aumento sostenido de la temperatura global, que intensifica tanto el calor como el frío, potencia las lluvias y agrava las sequías. En Arabia, el verano pasado se registraron 50°C; en España la deshidratación en la niñez y acianos es inhumano, en otros lugares, las lluvias arrasaron con carreteras, puentes y viviendas; y en la Amazonía, la prolongación de la temporada seca está alimentando los incendios.
Ya en 2018, las Naciones Unidas advirtieron que, si mantenemos los modelos de vida actuales, la temperatura promedio del planeta podría aumentar entre 3 y 3.5°C, un escenario que haría inviable la vida en la Tierra. Ante ello, urge reaprender a escuchar a la naturaleza y relacionarnos en armonía con ella.
En el Perú existen instituciones que siguen de cerca estos procesos, como el SENAMHI, el MINAM y el SERFOR. Desde ellas se emite información clave para entender los riesgos y diseñar medidas de mitigación. Sin embargo, necesitamos dar un paso más: acercar a la población, los medios de comunicación, los generadores de opinión y los líderes de comunidades de fe a estas instituciones, para generar espacios de diálogo y conocimiento compartido que permitan actuar frente a los riesgos del cambio climático.
La situación en San Martín y en la provincia de Alto Amazonas evidencia la urgencia. Allí los incendios forestales y la deforestación aceleran un proceso silencioso pero devastador: la escasez de agua. Expertos advierten que esta crisis hídrica irá en aumento, comprometiendo la seguridad alimentaria y la salud de miles de familias. El río Mayo, Cumbaza, Shilcayo muestra señales críticas y varias cuencas amazónicas están perdiendo su capacidad de regeneración natural.
Frente a ello, se vienen desplegando algunos esfuerzos que deben ser reforzados y sostenidos en el tiempo:
- En San Martín, el IIAP junto con gobiernos locales impulsa programas de reforestación con especies nativas, utilizando tecnologías como las esferas restauradoras, que ya han logrado recuperar cientos de hectáreas degradadas tras los incendios de 2024.
- En cuencas del río Mayo y Cumbaza, organizaciones de rondas campesinas y comités de agua están promoviendo la vigilancia comunitaria de manantiales y quebradas, evitando la expansión de la frontera agrícola hacia zonas de recarga hídrica.
- En Alto Amazonas, se han iniciado proyectos de siembra y cosecha de agua en microcuencas, impulsados por gobiernos locales y apoyados por ONG ambientales, para enfrentar las sequías y garantizar agua a las comunidades más vulnerables.
- El SERFOR ha instalado brigadas para la atención rápida de incendios forestales, aunque estas aún son insuficientes frente a la magnitud de la amenaza.
La pregunta no es si habrá crisis, sino qué estamos haciendo hoy para evitar que el futuro nos alcance sin preparación. La Amazonía arde y se seca; actuar con mayor decisión es una obligación de todos.