Medio ambiente y desarrollo económico: relación compleja, pero compatibles ¿Cuál va primero?

La relación entre medio ambiente y desarrollo económico es compleja, pero sí pueden ser compatibles siempre que se adopten enfoques sostenibles. El desarrollo no debe avanzar a costa del planeta, sino buscar un equilibrio que permita el progreso humano sin agotar los recursos naturales ni causar daños irreparables.

¿Por dónde empezar?

No existe una respuesta única. Algunos sostienen que el medio ambiente debe ser la prioridad porque es la base de la vida y del desarrollo a largo plazo. Otros consideran que el crecimiento económico es fundamental para mejorar la calidad de vida y reducir la pobreza, lo cual también puede beneficiar al medio ambiente.

Es por ello que se requiere condiciones claras:

Pensar a largo plazo: evaluar los impactos ambientales de las actividades económicas.

Innovación y tecnología: promover energías renovables y tecnologías limpias.

Consumo responsable: reciclar, reducir y aprovechar mejor los recursos.

Políticas públicas firmes: incentivos a la inversión sostenible y límites a la contaminación.

Educación y conciencia ciudadana: formar una cultura de sostenibilidad desde la población.

Ricuricocha: a la vuelta de la esquina

En el caso de Ricuricocha, se plantea la necesidad de replantear el concepto de desarrollo. ¿Es progreso urbanizar y lotizar territorios sin servicios básicos? ¿Es inversión responsable aquella que beneficia a unos pocos, mientras compromete el patrimonio natural y cultural de toda la región? El verdadero desarrollo, sostienen expertos, debe ser sostenible, es decir, capaz de generar crecimiento económico respetando los límites ecológicos y garantizando beneficios sociales de largo plazo.

La preocupante ausencia de la academia

San Martín y Alto Amazonas cuentan con seis universidades, tanto públicas como privadas. No obstante, su participación en los debates sobre temas ambientales y de desarrollo es prácticamente inexistente. La Universidad Nacional de San Martín (UNSM), que posee facultades de Ingeniería Ambiental y Agronomía, aparece cada vez más distante de las problemáticas que ocurren en su entorno inmediato.

La facultad de Ingeniería Ambiental en Moyobamba, por ejemplo, parece carecer de voz en asuntos trascendentales como la defensa de ecosistemas acuáticos y la planificación territorial. Los docentes permanecen en silencio y los estudiantes se muestran ausentes, como si vivieran una realidad paralela. Esta falta de aporte académico no solo debilita el debate público, sino que también priva a la región de insumos técnicos y científicos para la toma de decisiones.

Minería ilegal y tráfico de tierras: amenazas latentes

Mientras el debate se diluye, las amenazas avanzan. La minería ilegal, con sus impactos devastadores sobre ríos y suelos, continúa expandiéndose hacia nuevas zonas. El tráfico de tierras y la proliferación de lotizaciones sin servicios básicos reciben, en la práctica, una “luz verde” por parte de las autoridades, que muestran una alarmante pasividad.

El aparato estatal se encuentra debilitado: un Gobierno Regional débilmunicipalidades atrapadas en conflictos internos y gestiones paralizadas que poco o nada aportan a la solución de problemas estructurales. Esta crisis institucional genera un terreno fértil para la informalidad y el desgobierno.

Crisis política y responsabilidad ciudadana

A pocos meses de un nuevo proceso electoral, la región y el país atraviesan días sombríos. La ausencia de un debate serio de ideas preocupa, mientras que la debilidad de los partidos políticos proyecta un horizonte poco alentador. La ciudadanía enfrenta la difícil tarea de decidir en un contexto de desconfianza, apatía y escasa representación.

Sin embargo, todavía es posible reaccionar, reflexionar y debatir. El futuro de San Martín y del Perú dependerá de la capacidad de sus ciudadanos de saber elegir y de exigir a sus autoridades transparencia, compromiso ambiental y visión de desarrollo sostenible.

Un llamado a la acción

Lo que ocurra en los próximos años no será responsabilidad exclusiva de los políticos o de los empresarios. Será, sobre todo, responsabilidad de nosotros, los electores, que con nuestro voto decidiremos si seguimos apostando por modelos de corto plazo o si, por el contrario, optamos por un camino de desarrollo sostenible y responsable con nuestro entorno.

La laguna de Ricuricocha se convierte hoy en un símbolo de esta disyuntiva. No se trata solo de un espejo de agua, sino de un reflejo del país que queremos construir.

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