“Las Mil y una Noches” Realidad y Fantasía

La historia del desarrollo cultural humano antes de escribirse en palabras, se ha expresado en imágenes, en símbolos, en mito, leyendas y fábulas que reflejan su potencial imaginativo, su capacidad de fantasear, de buscar y ubicarse en el mundo, expresar su contacto con las cosas, de orientar el sentido de su existencia. “Las mil y una noches” es una prueba de ello. Cuando se piensa que solo son historias fantásticas ubicadas en la literatura infantil, estamos cayendo en un craso error, una visión chata de tan maravillosa realidad.

Estas historias, cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos; están plenos de sabiduría ancestral de grandes culturas como la árabe, persa e hindú constituyendo su folklore, cuya riqueza pasó de lo oral a la palabra escrita, quedando entre las más grandes herencias culturales. Tradición oral, divertimiento, enseñanzas éticas, folklore, profundidad filosófica que aguzan la percepción, todo ello es expresado haciendo uso tanto de lo real como de lo fantástico, dos categorías estéticas que se dan por igual, ya

que, así como brota la fantasía, lo real también se muestra, sobre todo el hombre que transita el desierto y lo obliga a ser practico, a modularse concretamente pisando firme la realidad como lo vemos en el primer cuento que aquí presentamos.

Sim embargo, la fantasía, que también puede ser juguetona, pero nunca gratuita – en estas obras – en el segundo cuento, es nuestro mayor interés mostrar cómo es llevada incluso al nivel filosófico. ¿Qué implica la simbolización de esta historia? Una pregunta. Una inquietud que el ser humano se ha hecho siempre: ¿está ya escrito, trazado el destino? Te invitamos querido lector, a responder esta pregunta.

Un árabe en el desierto

un árabe estaba caminando a través del desierto cuando se encontró con dos hombres
 ¿Han perdido uno de sus camellos?  les preguntó.
 si  dijeron.
¿Está ciego del lado derecho y cojo del lado izquierdo? Si, por favor dinos ¿dónde está?
 Yo no sé dónde está  dijo el árabe. Nunca he visto al tal animal, ni he hablado con nadie acerca de él.
Los dos hombres se miraron muy sorprendidos y pensaron que el árabe los estaba engañando; amenazantes lo sacudieron fuertemente y le dijeron.
 ¿Dónde está el camello y qué has hecho con las joyas que estaban encendidas en la carga?
El árabe insistía que nunca había visto el camello. Finalmente, los hombres lo forzaron a ir con ellos a una población cercana ante un oficial de policía reclamando que el árabe les había robado su camello.
Nunca he visto su camello insistía el árabe . Soy un simple hombre del desierto y he aprendido a mirar cuidadosamente todo lo que veo teniendo en cuenta su importancia.
Esta mañana vi las huellas de un camello que estaba perdido. Supe que estaba perdido porque no había huellas humanas cerca a las del camello. También me di cuenta que el camello debía estar ciego del ojo derecho porque el grass en ese lado de las huellas no había sido comido.
El animal estaba cojo porque con una de sus patas dejaba huella menos profunda que la de las otras tres. Había perdido un diente porque, donde sea que comía el grass, había siempre un pequeño espacio que quedaba intacto.
También encontré cerca de las huellas del camello, cantidad de hormigas que estaban llevando trocitos de maíz. También encontré un montón de moscas comiendo gotas de miel a lo largo del camino. De estos hechos pude deducir qué carga estaba llevando el animal. Ante tales evidencias, el árabe tuvo que ser liberado.

El gesto de la muerte

Un jardinero de Bagdad (Persia) discípulo de un maestro y príncipe sufí, asustado le suplicó.
¡Sálvame señor! Encontré al Ángel de la muerte esta mañana y severamente me hizo un gesto de amenaza. Debo escapar y galopar para que esta noche, haciendo todo lo posible, por milagro, alcanzar a llegar a Samarcanda.
El bondadoso príncipe le proporcionó sus caballos y se dio la partida.
Por la tarde, el príncipe se encuentra con el Ángel de la muerte y le pregunta.
¿Esta mañana, porqué hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza?
 no fue un gesto de amenaza respondió el misterioso personajesi no de sorpresa, pues lo veía lejos de Samarcanda esta mañana y debo tomarlo allá esta misma noche.

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