El país como nación y como Estado necesita muchos cambios. Cambios no teóricos, porque de estos cambios estamos totalmente hartos e indignados. Cambios que se dicen en los discursos, se plantean y se sustentan en los discursos, pero de ahí a la práctica hay un abismo profundo, porque la realidad lo desmiente.
Cuánto no deseamos por ejemplo que el cambio en la realidad educativa empiece desde el Ministerio de Educación con una real política de atención económica a los maestros, con un buen currículo nacional de expresión contextual por cada realidad, y no trazando una sola ruta para un país como el nuestro tan diverso y tan necesitado en todos los aspectos básicos de la formación y del desarrollo.
No podemos hablar de cambio en la formación educativa cuando fácilmente al maestro le topan en su perfil más sensible que es la parte económica, llegando incluso, siendo esto un ilícito, apropiarse por ejemplo del aguinaldo de los maestros que hicieron huelga. Confundiendo toda una realidad del derecho sindical, que muy bien nadie está en contra que a un maestro no le paguen por días no laborados, pero apropiarse de una bonificación que no tiene que ver nada en absoluto con los días no laborados, es un robo, porque esta bonificación pertenece a una norma jurídica.
Tampoco podemos hablar de cambios educativos cuando en las capacitaciones de maestros por ejemplo se sigue la misma línea metodológica: llenar rúbricas previas lecturas de folletines multicopiados, cuando muy bien debería ejercitarle al docente aunque sea con una sola técnica durante toda una semana, pero bien desarrollada, bien informada, y convencidos que la estrategia que se está empleando sea de rescate al aprendizaje de los estudiantes, no buscando únicamente que el docente aprenda sobre cómo desarrollar una técnica, sino que se concientice él mismo sobre el qué y el cómo enseñar.
El cambio debe llegar con el ejemplo desde el MINEDU, poniendo en ejecución punto por punto toda la plataforma de lucha de los maestros. El ministro de educación debe sincerarse qué aspectos y demandas de la plataforma de lucha de los maestros es viable, y no esperar medidas de protesta como las acostumbradas huelgas, para recién ahí buscar algo de solución, y en algunos casos ni hasta con medidas extremas los maestros no son escuchados, ni mucho menos solucionado sus demandas.
El cambio ya lo tiene el docente, ya tiene su propia línea de acción aunque equivocada o no, ya tiene su propia fórmula de trabajo pedagógico. Entonces aquí requiere de una buena asistencia tecnificada para su respectiva ilustración sobre la materia que tiene que enseñar.
Tampoco un docente va a esperar en las capacitaciones por ejemplo que esté al frente un “iluminado” “doctor”, cuando ese maestro “capacitado” no tiene la capacidad de conciencia de lo que tiene que enseñar.
Cambio en la parte judicial, hace ratos que el Perú tiene mucha hambre y sed de justicia. Nuestra justicia no castiga al que debe castigar, no está en la cárcel el que debe estar, no se atienden con el tiempo prudente y necesario para ver y solucionar procesos judiciales que muchas personas les ponen en estado de zozobra para esperar muchas litigios que en algunos pocos casos son inocentes. Pero a los que pesan política y económicamente como el caso de keiko Fujimori, el defenestrado Hinostroza le limpió de polvo y paja su proceso judicial.
Es decir, una justicia que se administra y se favorece a los peces gordos, aun cuando estos peces fueran putrefactos, como sucedió y sigue sucediendo en el país.
Si le consultamos al pueblo a participar sobre referéndum, puntualizando cosas como la no la reelección de esos negociantes del congreso, el bajo sueldazo que reciben; el cambio ni siquiera parcial, sino total de la Constitución, porque la que tenemos no responde a los sagrados intereses de la mayoría del pueblo.
El pueblo sobre estos temas y otros más está dispuesto a responder de una manera positiva. El Congreso a través de sus dos legislaturas ordinarias no lo va aprobar. Entonces ahí entra la figura de liderazgo del jefe de Estado para pedir cuestión de confianza a través de su primer ministro en el Congreso.
Si es rechazado, se cae todo el gabinete, pero ahí una vez más se requiere, ya ni siquiera un liderazgo firme de parte del jefe de Estado, sino demostrar una rebeldía de valiente para disolver el Congreso.
¿Querrán los congresistas esto? De no ser así, caballeros nomás, aprueben el referéndum sin más demora.