Las intensas lluvias registradas desde la madrugada de ayer volvieron a poner en alerta a la región San Martín. Las lluvias por encima de lo habitual provocaron el desborde de varios ríos y la activación de quebradas, dejando viviendas dañadas, carreteras afectadas y decenas de familias en riesgo. Las precipitaciones superaron los 30 milímetros por día en Moyobamba, Tabalosos, Chazuta y Sauce, condiciones que incrementaron la vulnerabilidad de poblaciones situadas en márgenes fluviales.

En diversos distritos se reportaron inundaciones repentinas que arrasaron cultivos, colapsaron drenes y afectaron infraestructuras básicas. Los equipos de emergencia tuvieron que intervenir para evacuar a familias, mientras que el SENAMHI reforzó el monitoreo ante la persistencia de lluvias que podrían mantenerse en los próximos días. Las autoridades regionales y municipales activaron sus comités de respuesta, pero la magnitud del daño volvió a evidenciar las limitaciones estructurales del sistema de prevención.
Un punto crítico se presenta ahora en la carretera a Sauce, donde la situación se ha vuelto especialmente peligrosa. Tras la paralización de la obra de asfaltado, la tierra quedó removida y varias rocas quedaron expuestas a lo largo del tramo.
Con las lluvias recientes, estas comenzaron a desprenderse, poniendo en riesgo a quienes transitan por la zona. Según reportes de Sauce, los derrumbes en el sector conocido como La Punta del Gallinazo están obstaculizando el tránsito y generando preocupación entre transportistas y vecinos, quienes temen que un deslizamiento de mayor magnitud pueda provocar accidentes graves.

A ello se suma el desborde de la quebrada Pucayacu en el caserío Dos de Mayo, donde el incremento súbito del caudal volvió a poner a prueba la infraestructura existente. En su momento, el puente construido en esta zona recibió numerosas críticas por su altura, considerada insuficiente por la población. Sin embargo, los estudios técnicos señalan que, considerando el incremento máximo proyectado del caudal, la estructura debería ser aún tres metros más alta. Esta información confirma que la recomendación técnica no solo era válida, sino que respondía a proyecciones reales del comportamiento de la quebrada, cuya fuerza hoy queda demostrada con este nuevo desborde.
Este episodio no es aislado. En los últimos meses, desbordes como el ocurrido en Yuracyacu en la provincia de Rioja – que dejó a decenas de familias afectadas y viviendas destruidas – ya habían advertido la fragilidad de la infraestructura de defensa ribereña y de las vías de comunicación en San Martín. Pese a los avisos recurrentes, muchas zonas siguen sin contar con muros de contención, drenajes funcionales o planes de evacuación consolidados, lo que incrementa el impacto de cada evento climático.

Frente a esta nueva emergencia, surge una reflexión inevitable: ¿está realmente preparada la región para enfrentar lluvias cada vez más intensas y frecuentes? Aunque las autoridades insisten en que los sistemas de monitoreo funcionan y la población recibe alertas, la realidad muestra que la prevención aún es insuficiente. La falta de obras sostenibles, la informalidad urbana en zonas de riesgo y la débil cultura de preparación comunitaria continúan abriendo espacio a tragedias repetidas.
Las lluvias de hoy no solo inundaron calles y viviendas: inundaron también la certeza de que aún queda mucho por hacer. San Martín necesita pasar de la reacción a la planificación, de la emergencia a la resiliencia. Las familias afectadas lo recuerdan con cada creciente: sin acciones firmes y sostenidas, la historia volverá a repetirse cuando llegue la próxima lluvia.



