La presidenta ejecutiva del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP), Dra. Carmen Rosa García Dávila, resalta la urgencia de restaurar los ecosistemas degradados y promover una conciencia ambiental desde las aulas. “Si no hay bosque, no hay agua; y sin agua no hay economía”, advierte la científica, quien impulsa la reforestación con drones y la primera biblioteca interactiva amazónica para educar a las nuevas generaciones.

“Sin bosque no hay agua, sin agua no hay economía”
La Dra. Carmen Rosa García Dávila, presidenta ejecutiva del IIAP, lidera una de las iniciativas más innovadoras para la restauración ecológica en la Amazonía peruana. Desde San Martín, región gravemente afectada por los incendios forestales del año pasado, el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana se prepara para lanzar una campaña de restauración en San Juan de Cumbaza, donde se trabaja en 60 hectáreas de bosques degradados.
“Estamos dentro del núcleo de investigación número dos, enfocado en el monitoreo y restauración de hábitats degradados por actividades antropogénicas. En esta oportunidad, vamos a usar una tecnología adaptada por el IIAP: las esferas restauradoras, combinadas con drones agrícolas de alta capacidad, capaces de transportar hasta 50 kilos de esferas y cubrir 10 hectáreas en una hora”, explicó García Dávila.
Cada hectárea recibirá alrededor de 5 mil esferas restauradoras, considerando una tasa de sobrevivencia del 40%. Las especies a dispersar —Bolaina, Quillosisa y Shayna— son nativas y adaptadas a los microhábitats de la Amazonía sanmartinense. “La Amazonía no es homogénea; debemos restaurar con especies propias de cada ecosistema”, enfatizó.
El IIAP ha fortalecido su capacidad técnica: cuenta con conservadores de semillas en todas sus sedes, drones de última generación y personal capacitado para operarlos. “Esta tecnología no solo es innovadora, sino que también busca integrar a la comunidad. La restauración no será solo aérea, también manual, con la participación de escolares, autoridades locales y pobladores. Queremos que los niños vean, sientan y entiendan que los bosques son la vida misma”, señaló la científica.

Educación y ciencia para salvar la Amazonía
Convencida de que la conservación ambiental empieza en la educación, la presidenta del IIAP impulsa la primera biblioteca interactiva del Perú, instalada en Iquitos, donde la tecnología y la ciencia se encuentran al servicio de la conciencia ecológica.
“Nos dimos cuenta de que una biblioteca convencional no iba a atraer a los jóvenes. Creamos una biblioteca alternativa e interactiva, con apps, tótems digitales y tabletas que muestran la diversidad de los ecosistemas amazónicos, sus especies, comunidades indígenas y su cosmovisión”, relata García Dávila.
La propuesta ha despertado interés incluso en ministerios de Lima. “Muchos no esperaban que en la Amazonía tengamos esta innovación que ni la capital tiene. Tenemos una especialista en educación ambiental, Mahacín, quien realiza sesiones con profesores y estudiantes. La agenda de visitas está llena. Quisiéramos replicar este modelo en todas nuestras sedes y que el Ministerio de Educación vea el potencial educativo de esta experiencia”, añadió.
Economía y ambiente: una sola ecuación
La presidenta del IIAP subraya un mensaje clave: la economía no puede sobrevivir sin un medio ambiente sano. “Una vez, en el Ministerio de Economía y Finanzas, un ministro me dijo que el sector ambiental no influía en los indicadores económicos. Le respondí que su percepción era errada”, recuerda.
“Si los bosques desaparecen, se va el agua. Sin agua no hay agricultura, sin agricultura no hay alimentos, y sin alimentos no hay economía. La Amazonía cumple dos funciones vitales: mantener el clima mundial y sostener el ciclo del agua en Sudamérica. Por eso lo que pasa aquí no solo afecta a los amazónicos, sino a todo el país y al continente”, enfatizó.

Minería ilegal y restauración del suelo amazónico
La minería ilegal y el narcotráfico siguen amenazando a San Martín, repitiendo patrones de devastación ya vistos en Madre de Dios. “El mismo Estado se dispara a los pies cuando otorga concesiones mineras en zonas frágiles a través del Ingemmet. Nosotros no fiscalizamos, pero sí generamos tecnologías para restaurar suelos contaminados”, explicó García Dávila.
El IIAP trabaja con comunidades de La Pampa y Guacamayo, zonas críticas de minería ilegal, aplicando técnicas basadas en leguminosas de rápido crecimiento para bajar las temperaturas del suelo, que pueden superar los 60 grados, y devolverles humedad y nutrientes. “Restaurar donde ya no hay suelo es un desafío enorme, pero posible con ciencia y participación local”, añadió.
En el caso de San Martín, la meta es restaurar 250 hectáreas antes de diciembre de este año.
Llamado al compromiso ciudadano
Finalmente, la presidenta del IIAP hizo un llamado a la acción colectiva:
“Estamos trabajando por el futuro de San Martín. Si dejamos los suelos sin cobertura vegetal, las lluvias los lavarán y empobrecerán. Si queremos seguir siendo una región productiva, debemos cuidar nuestros suelos y bosques. Este es un compromiso de todos: instituciones, autoridades, escuelas y ciudadanos. Si no cuidamos el medio ambiente, la economía caerá, porque sin bosque no hay agua, y sin agua no hay vida.”
 
								 
				 
															



