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domingo, septiembre 21, 2025
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“Sin bosque no hay futuro: La Amazonía y San Martín frente al falso desarrollo”

Se pierde más de 2 millones de hectáreas de bosques amazónicos en 16 años

La Amazonía peruana enfrenta un retroceso silencioso pero devastador. Entre 2001 y 2017, el país perdió más de 2.1 millones de hectáreas de bosques húmedos amazónicos, un territorio equivalente al 3% de su cobertura amazónica nacional. Detrás de esta cifra se esconde una realidad dura: cada árbol talado es también la pérdida de agua, alimento, cultura y futuro. El capital económico, en su afán de expandir fronteras agrícolas, extraer madera o abrir paso a la minería ilegal, ha colocado al país en una encrucijada donde queda claro que no habrá desarrollo humano posible sin naturaleza.

El año 2017 por sí solo refleja la magnitud del problema: 155,914 hectáreas arrasadas, más de 215 mil campos de fútbol convertidos en claros de tierra desnuda.

La cartografía elaborada por SERFOR y el Programa Nacional de Bosques dibuja un paisaje de alertas rojas y amarillas en regiones como Loreto, Ucayali, Madre de Dios, Amazonas y San Martín. En esta última, la situación es especialmente preocupante: en menos de dos décadas, San Martín perdió más de 40 mil hectáreas de bosques debido a la presión de cultivos de cacao, café y palma aceitera, actividades que, paradójicamente, podrían sostener la economía regional si contaran con tecnología agraria, infraestructura de riego y planificación territorial adecuada.

Hoy los agricultores de San Martín siguen trabajando en condiciones precarias: chacras alejadas sin acceso a caminos de calidad, falta de asistencia técnica y mercados que pagan precios bajos por el esfuerzo campesino.

La paradoja es evidente: se sacrifica bosque para ampliar áreas de cultivo, pero la ausencia de infraestructura productiva y tecnológica condena al pequeño agricultor a la pobreza y al ecosistema a la degradación. Se invierte en capital, pero se desatiende el verdadero desarrollo humano que debería priorizar educación, salud, servicios básicos y sostenibilidad.

Los expertos advierten que no se trata solo de árboles perdidos.

Cada hectárea deforestada significa también emisiones de gases de efecto invernadero, alteración del ciclo del agua, pérdida de hábitats de especies únicas y un impacto directo sobre comunidades indígenas y campesinas que dependen del bosque para vivir. Y, sin embargo, la deforestación sigue avanzando impulsada por la informalidad, la falta de control territorial y la ausencia de un modelo productivo que respete la naturaleza.

El Perú, país megadiverso, enfrenta hoy un dilema que no admite postergación: o se apuesta por un desarrollo integral que incluya al bosque como aliado, o se asume el riesgo de un futuro sin agua, sin alimentos y sin bienestar humano. La Amazonía no es un recurso infinito.

Es un sistema vivo que sostiene nuestra economía y cultura. San Martín es un ejemplo doloroso de cómo el capital separado de la naturaleza solo deja deudas: suelos degradados, comunidades empobrecidas y un futuro incierto.

Conservar los bosques amazónicos ya no es solo un compromiso ambiental. Es la garantía misma de la vida y del progreso real. En un contexto de crisis climática global, defender el bosque es defendernos a nosotros mismos. Y el mensaje es claro: sin bosque no hay futuro, sin naturaleza no habrá desarrollo

Estadísticas actualizadas de la región San Martín

Contraste: Potencial vs brechas

Aunque San Martín pierde decenas de miles de hectáreas por año, la región mantiene una cobertura forestal, lo que indica que aún existe un capital natural considerable. Pero ese capital está siendo erosionado rápidamente.

Las exportaciones regionales crecen, lo que muestra que hay actividad productiva que podría generar ingresos importantes para su población. Sin embargo, ese crecimiento no parece compensar los costos ambientales ni estar acompañado del desarrollo social e infraestructural adecuado.

La producción nacional de cacao y café tiene cifras grandes, lo que indica que hay mercados fuertes. Pero muchos productores de San Martín enfrentan pérdidas por falta de tecnología, infraestructura, transporte, prácticas postcosecha.

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