En Tarapoto
Al cumplir 45 años de edad, el hombre que le crio le reveló que era adoptado, luego que sus padres biológicos le dejaron en el hospital del Niño en Lima.
José Antonio Alcedo Gutiérrez, es un ingeniero que al cumplir 45 años de edad descubrió que era hijo adoptado, tras una confesión sorprendente de su padre adoptivo, Prospero Alcedo Toro, poco antes de su fallecimiento le contó la verdad. La noticia sacudió su mundo en aquel momento, dejándolo con una mezcla de emociones difíciles de describir, según su testimonio.
Alcedo Gutiérrez manifestó que sus verdaderos padres lo dejaron en el Hospital del Niño de Lima hace más de medio siglo. Su partida de nacimiento indica que nació el 9 de octubre de 1972, pero su madre adoptiva sostiene que fue el 15 de marzo de 1972. En aquel entonces, sus padres biológicos eran jóvenes y se encontraban sumidos en el miedo.
La madre adoptiva de José Antonio le reveló que sus padres biológicos son originarios de Tarapoto y que el apellido de su padre es Reátegui, mientras que el de su madre es Quiroz. Se cree que la madre biológica habría fallecido, según lo que le informaron. Un año después de su nacimiento, las tías maternas de José Antonio fueron al hospital para recogerlo, pero las amigas de la mujer que lo crio les informaron erróneamente que el niño había fallecido. Por esta razón, su verdadera familia cree que dejó de existir pocos días después de haber nacido.
Esta revelación ha dejado a José Antonio con una serie de preguntas sin respuesta. Aunque ha encontrado amor y apoyo en su familia adoptiva, el descubrimiento de su verdadera identidad biológica ha desencadenado un torbellino de emociones y ha despertado un profundo deseo de conectarse con sus raíces y conocer la verdad sobre sus padres biológicos.
José Antonio Alcedo Gutiérrez ahora está en una búsqueda personal para desentrañar los misterios de su pasado y encontrar respuestas que lo ayuden a comprender quién es realmente. Ahora está decidido a seguir adelante con valentía en búsqueda de la verdad y su identidad perdida durante tanto tiempo, con la esperanza de encontrar a sus verdaderos hermanos y si es posible a sus verdaderos padres, a quien no les guarda rencor, pero su deseo es abrazarlos y tener a su verdadera familia. (Hugo Anteparra)