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domingo, mayo 5, 2024

La división y la unidad

Reza el antiguo adagio: “divide y gobernarás”. A la desmedida ambición humana no le interesa la situación de la persona, sino el poder que desea ejercer sobre ella. En muchos casos no importan que si los medios atropellan derechos ajenos, que se formen espurias alianzas con delincuentes comunes, con narcotraficantes, con sicarios, con terroristas, con tal de alcanzar el enfermizo poder, que generalmente no se merece. En estas malsanas uniones interesadas, existen malignas columnas que sostienen y amalgaman a estas personas: Envidia, poder, dinero, ambición, odio, revancha, resentimiento. Así va caminando la sociedad al descalabro, al filo del barranco.

Quien pregona a viva voz la unidad de la sociedad, para su vida en armonía, es Jesucristo, cuando desde hace dos mil años, se mantienen incólumes las disposiciones de que las personas se amen unas a otras, aun a los enemigos; que las familias vivan cada vez más unidas. ¿Acaso es fácil orar por el enemigo? ¿Es fácil desear parabienes y bendiciones a los adversarios? Si se logra cruzar ésta barrera de un buen deseo para la persona que se supone es adversaria, entonces, se va anidando el amor de Dios en el corazón. Por esa razón, la fina recomendación que conduce a ese magnánimo logro, es abrir la puerta del corazón a Dios, tomar la sabia decisión de tener como huésped eterno en el centro de la casa al Espíritu del Señor y al propio Jesucristo.

La selección de fútbol de Perú, ha logrado alcanzar la clasificación a Rusia, entre otros factores, quizá a cuatro que sobresalen: Unidad, humildad, disciplina y permitir que se ponga en práctica su propio juego. Han pasado varios entrenadores y durante éstas largas tres décadas no hubo quien haya conseguido poner en práctica éstos factores. Unos pretendían implantar el estilo del fútbol europeo en quienes tienen rasgos genéticos de un fútbol propio, totalmente diferente. Al parecer el actual entrenador ha leído, interpretado y los está poniendo en práctica. Los resultados son evidentes. Pero, durante años, reinaba en la organización de éste deporte, al parecer, una mafia enquistada y trasnochada, donde el presidente se creía cacique eterno, el único hombre “capaz” de conducirla, claro que lo hacía, pero mal, en perjuicio del deporte nacional y de todo el país. Personas que “adoran” el poder, deben desaparecer de la escena pública, porque adolecen de serias limitaciones mentales y psicológicas. No solo del deporte, también de la política, la familia y la sociedad. Además de éste enfermizo poder, las mafias rondaban dentro de los propios jugadores, donde al parecer, corrían apuestas monetarias inductoras a la convocatoria de tal o cual compañero jugador. En definitiva, la maldad, la mafia conllevan a la división, por ende a la obtención de negativos resultados. No es casualidad, que luego de producirse esos cambios, los resultados son favorables. Ésta división también ha desembocado en una catastrófica indisciplina, donde los jugadores extranjeros europeos, han entendido que en las convocatorias a la selección, hay que relajarse luego de fuerte presión y trabajo de entrenamiento en sus clubes, por esa razón, en los hoteles donde se hacían las concentraciones, se bebían licores de etiqueta negra, de amanecida, por supuesto muy bien acompañados de guapas muchachas. Con el cambio de la directiva, también se van éstas prácticas, que la población aplaudió.

Ahora, los resultados son favorables, porque el equipo juega su propio juego genético, en el marco de una verdadera unidad y humildad. El equipo debe mantener estas dos características, por eso resulta extraño que en las redes sociales, se hacen comentarios contrarios, de que no le quieren a un jugador, que no le hacen pase, que quizá quiere quitar el puesto. Alguien dice, el único que tiene el puesto definitivo es el número nueve. En todos los casos, no es conveniente ninguna crítica, ni comentarios ajenos a estas dos características de unidad y humildad del equipo. Hay que llegar al torneo mundial con cero críticas, con cien por cien de ánimo y buenas vibras. Hay que dejar al entrenador que haga su trabajo, él está observando a los jugadores de manera directa y no va permitir estos comportamientos que contravienen a la unidad. Si ya se le entregó nuestra confianza y estamos obteniendo resultados positivos ¿por qué debemos crear fisuras donde todo está llano? Las imaginaciones deben volar y rodar en el lado positivo, dejando atrás, en el otro lado, los recuerdos negativos. Los demás países, abundan comentarios de bien por la humildad del equipo, comenzando por el entrenador. Aun no iniciamos la anhelada competencia mundial, no hemos ganado prácticamente nada, vamos sumándonos todos a esa unidad y humildad del equipo de fútbol, en las demás actividades sociales, especialmente en la política y en las familias, que tanta falta nos hacen. La era malvada de la división quedó en el pasado, ahora estamos en el momento favorable de la unidad, hay que disfrutarlo promoviéndola con más ahínco.

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